Paysandú, Martes 05 de Marzo de 2013
Opinion | 05 Mar La preocupación de los apicultores sanduceros sobre el impacto de las aplicaciones de productos fitosanitarios en su actividad, no es algo nuevo. Sin embargo, ha ido en aumento, al punto tal que el presidente de la cooperativa Calapis afirmó que “con las aplicaciones de agroquímicos en soja a los apicultores nos están matando vivos”.
Además de la pérdida de productividad, la situación también afecta la subsistencia de las colmenas, e incluso provoca mortandades de abejas.
Actualmente está en desarrollo una evaluación de cuántos apicultores están siendo afectados en Uruguay por las fumigaciones y si bien esto dará un panorama más amplio de la situación, no representa ninguna solución.
El gran desarrollo de la soja y los paquetes sanitarios que se aplican a los productos, es señalado por los productores como un problema grave para el sector. Tiempo atrás un estudio de la ONG Vida Silvestre relevó la existencia de plaguicidas en suelo, agua, actividad apícola y peces en el área protegida de Esteros de Farrapos e islas del río Uruguay. Se trata de un sitio Ramsar alto valor de biodiversidad, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Uruguay.
En Uruguay los datos cuantitativos sobre la contaminación por aplicación de agroquímicos son escasos y generalmente tienen pobre circulación pública. Según la ONG, específicamente en la zona de los Esteros de Farrapos no existían estudios sobre contaminación con productos fitosanitarios aplicados a cultivos de soja, forestales y se desconocían las causas de las mortandades de abejas, peces y fauna terrestre observadas por los pobladores locales, aunque comúnmente son atribuidas a dichos productos.
Por otra parte, las autoridades han reconocido que más del 70% de las aplicaciones son realizadas por empresas contratistas registradas y las autoridades reconocen las dificultades de contralor que existen en un país que cuenta con más de 1.000.000 hectáreas de agricultura de secano.
Si bien se han logrado tibios avances en materia de control a los agroquímicos y, por ejemplo, a partir de este año próximo será obligatoria la disposición final segura de envases de estas sustancias, para lo que se instalarán centros de acopio regionales, previéndose además diferentes controles y sanciones en caso de incumplimentos, es muy difícil controlar la forma en que se hacen las aplicaciones y sus posibles impactos. Tampoco es la solución cuando los productos que se utilizan fueron introducidos “de contrabando” desde países limítrofes, como aseguran algunos apicultores que se hace en ciertos campos.
Lo que no significa que la apicultura quede sin respuestas frente al deterioro ambiental que afecta su productividad. Es necesario tomar nota.
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