Paysandú, Lunes 11 de Marzo de 2013
Opinion | 10 Mar El Memorial de los Desaparecidos, erigido en 2009 en la explanada del Liceo Nº 1, fue reinaugurado el viernes luego de sufrir una ataque vandálico en enero pasado. Se trata de otro de los monumentos de la ciudad atacado por manos anónimas que lo destrozaron afectando no sólo su estructura sino también la sensibilidad pública y provocando la indignación e impotencia que suele acompañar este tipo de hechos.
Antes fueron destrozos en el Monumento a Perpetuidad, o los bancos de la avenida España, un busto del sector sur de plaza Artigas o el Monumento a la Madre, que fue hurtado un par de años atrás.
La lista puede seguir y engrosarse con diferente tipo de destrozos que cada tanto ocurren contra infraestructuras y ornamentos de los espacios públicos, tales como fuentes y bancos de plazas o el alumbrado público de la ciudad.
Es verdad que no se puede --y sería absolutamente ilógico-- poner un policía a cada fuente, columna o monumento pero tampoco puede pasar desapercibido el hecho de que como ciudadanos todos tenemos la responsabilidad de cuidar lo que es de todos.
La luz de la columna de alumbrado público que se rompe de una pedrada no es un problema de la Intendencia, es un problema de los vecinos que ven aumentada la inseguridad para transitar por esa zona, los jóvenes y adultos que van o vuelven de estudiar o trabajar hacia sus casas cuando está oscuro. De la misma forma, un monumento que se destruye o daña no afecta solamente a la plaza sino a la comunidad que decidió ponerlo en ese lugar para honrar, recordar u homenajear a una circunstancia o persona.
En definitiva, un acto vandálico es un ataque directo al corazón de una comunidad, a su cultura, a sus deberes con los ciudadanos, a la memoria colectiva o su identidad. Y, por ese mismo motivo, cada uno de nosotros debería al menos no mirarlo con indiferencia sino actuar para buscar el esclarecimiento de estos hechos en los que las responsabilidades parecen esfumarse y suele ocurrir que nadie vio lo que pasó.
Tiempo atrás la Intendencia presentó denuncia policial por destrozos de árboles en el cantero de avenida Aldunate y es algo que tendría por norma hacerse cuando ocurren este tipo de hechos. Es necesaria una respuesta rápida de la Policía pero también trabajar aspectos culturales y educativos que atiendan a las responsabilidades, derechos y deberes que todos tenemos, incluso los vándalos. Es importante erradicar la impunidad en este tipo de hechos, lo que demanda un mayor involucramiento de la sociedad.
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