Opinion | 14 Mar De acuerdo a lo señalado recientemente a EL TELEGRAFO por el director nacional de Energía, Ramón Méndez, ha sido escasa la respuesta de la población a la propuesta del Plan Solar, que es un sistema de venta financiada y subsidiada de equipos solares para calentar agua en el hogar. En el marco de una política que no siempre ha sido criteriosa para promover el uso de las energías renovables, el gobierno se ha lanzado a facilitar el uso de la energía solar para hogares y empresas.
Recientemente las autoridades del organismo resolvieron introducir mayores incentivos para la instalación de paneles solares para promover el ahorro de electricidad que se utiliza para calentar agua, en este caso elevando el subsidio a los equipos original de 4.200 pesos para cada familia y la financiación del Banco Hipotecario, para cuadruplicarla, a lo que se agrega que los primeros dos mil clientes que los instalen tendrán una tarifa de 700 pesos durante 24 meses, y se sortearán cien equipos gratuitos.
La posibilidad de instalación de colectores y paneles solares para generar energía es una propuesta de toda lógica para un país donde existe un número de horas de sol al año mucho mayor al de otros donde hay sin embargo instalado un alto porcentaje de dispositivos de este tipo, los que permiten un ahorro significativo en el consumo eléctrico si se tiene en cuenta que de acuerdo a estimaciones de los técnicos de UTE, el cuarenta por ciento de la electricidad que se consume en un hogar se utiliza para calentar agua en termotanques y dispositivos similares.
El mayor obstáculo que se presenta para que pueda masificarse el uso de calentadores solares, es precisamente el costo de la inversión inicial, por más que se incorporen subsidios y facilidades para la amortización.
No puede extrañar demasiado que si bien se han tenido ya por lo menos dos lanzamientos formales del plan, el último duplicando el subsidio para 2.500 clientes, solamente 267 de ellos, de los cuales ocho sanduceros, se han inscripto en el plan. Para el director nacional de Energía, “la propuesta es de un cambio cultural importante y no esperábamos grandes resultados en pocos meses”, relativizando estas primeras cifras.
Pero la cosa no es tan así si se tiene en cuenta que mientras ocho sanduceros se acogieron al plan de UTE, en los últimos meses se han instalado en Paysandú más de sesenta equipos solares para calentar agua, adquiridos en forma independiente por los interesados con el mismo resultado de utilizar una fuente no renovable y abaratar el cargo de la factura de UTE.
De acuerdo a las consultas formulada por EL TELEGRAFO entre empresarios del ramo e interesados en el uso de esta energía, la inclinación de los clientes por comprar directamente el equipo a proveedores privados se basa en que pese al subsidio, los requisitos establecidos por el ente para el plan lo encarecen demasiado, con requisitos como contar con un técnico instalador, que cobra entre 600 y mil dólares, es decir casi duplicando el costo previsto en la amortización del organismo, lo que revelaría una falla práctica para un plan que resulta presentable en los papeles.
La decisión de aumentar incentivos y establecer facilidades de pago adicionales respecto a la primera propuesta del organismo indicaba que se habían percibido dificultades para generar la respuesta que se busca en cuanto a la demanda del ciudadano común, porque además de acuerdo a los costos que se habían establecido en la compra de calentadores solares, solo eran convenientes si se tiene un consumo por encima de determinado nivel, que es cuando resulta rentable la ecuación.
Y si bien el director de Energía considera positivo que se hayan instalado calentadores solares comprados a empresas privadas, porque se logra el mismo resultado que buscan UTE y el gobierno, no puede soslayarse que el principal interesado, que es el ente, debería adaptarse a la realidad del mercado objetivo, y en lo posible ofrecer alternativas técnicas y económicas que atiendan esta realidad, para que realmente se logre generalizar la energía solar y hacer que el sano intento sea recompensado con una reconversión significativa de la matriz energética, en lugar de convertirse solo en un elemento testimonial.