Paysandú, Viernes 15 de Marzo de 2013
Locales | 10 Mar Como lo viene anunciando desde hace meses el Reino Unido a través de una gran campaña publicitaria, hoy y mañana se llevará a cabo en las Islas Malvinas un ejercicio equívoco y engañoso. Imitando todas las formalidades de una institución de la democracia como es un referéndum, se formulará una consulta tautológica: se preguntará a los británicos ocupantes de las Malvinas si quieren seguir siendo británicos.
Afortunadamente la maniobra ha sido advertida y denunciada por los foros internacionales y, con gran énfasis, por el Uruguay y otros países de la región. En un reportaje reciente, el Canciller Almagro fue categórico: “A una población transplantada no se le aplica el principio de autodeterminación, porque sería legitimar la conquista como mecanismo de apropiarse de territorios. Mañana un país asiático invade Rocha, traslada tres millones de personas y luego organiza un referéndum para quedarse con el territorio... me parece que no es aceptable, aunque esto ocurriera tres generaciones después”.
¿Por qué no se aplica el derecho de autodeterminación? Porque en este caso no hay un pueblo sino un grupo de habitantes que ocupa ilegalmente un territorio extranjero, en el marco de un esquema colonial. El principio de autodeterminación surge como respaldo fundamental de los pueblos subyugados por el colonialismo. Se trata de un concepto liberador y revolucionario, clave para comprender el proceso histórico de descolonización en países que fueron oprimidos por potencias europeas. Sólo a través de una interpretación extravagante puede intentar recurrirse al principio de autodeterminación para darle voz al sujeto colonizador.
Con gran irresponsabilidad, la iniciativa del “pseudo-referéndum” socava este principio fundamental, a la vez que banaliza un instituto de la democracia como es la consulta popular. Pero las imprudencias no terminan allí. Debemos recordar que el Reino Unido es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un espacio de privilegio ocupado por sólo cinco potencias mundiales: Estados Unidos, Francia, China y Rusia, además de Gran Bretaña. Desde ese pedestal, que debería estar marcado por una conducta ejemplar para la comunidad internacional, la monarquía se permite hacer caso omiso del permanente mandato de la Asamblea General de Naciones Unidas que llama a reanudar las negociaciones sobre la soberanía de las Islas Malvinas. Esta indiferencia ante el principal foro del sistema internacional socava toda la estantería jurídica global y contribuye a generar un mundo menos previsible, más arbitrario, en el que la fuerza es el valor determinante.
Sobre el carácter colonial de la disputa no hay mayor debate. Apenas el Reino Unido y un puñado de países con intereses específicos intentan soslayarlo. Pero debemos recordar aquí que la Asamblea General de la ONU adoptó en 1965 --hace ya casi 50 años-- una resolución que considera a las Islas Malvinas como un caso de colonialismo e invita a los dos países a negociar una solución a su disputa de soberanía.
En vísperas de la concreción de esta parodia de consulta popular que tendrá lugar en las Islas Malvinas, también se debe subrayar que el escenario se agrava cuando se observa la innecesaria presencia militar establecida en el Atlántico Sur, así como el constante desarrollo de ilegítimas actividades unilaterales en la zona disputada en desmedro de recursos renovables.
En igual sentido que lo han hecho las Naciones Unidas, América del Sur se ha expresado de manera contundente con respecto al camino a seguir en esta cuestión: deben acatarse las resoluciones de los organismos internacionales y retomarse el diálogo y la negociación para encontrar una solución definitiva y duradera a la disputa. Dicha solución podrá tomar en cuenta los intereses o el modo de vida de los habitantes de las islas --como lo estipula la Constitución argentina-- pero no puede pretenderse otorgarle a dicha población y a las ilegítimas autoridades isleñas, un protagonismo independiente.
En el Uruguay, no sólo el Canciller Almagro ha sentado su posición. El intendente de Paysandú, Bertil Bentos, varios legisladores y personalidades de diversos ámbitos políticos, y el propio Foro Malvinas en el Uruguay respaldan la posición argentina. En la declaración publicada en la sesión aniversario del Foro Malvinas, del 8 de febrero de este año, no queda margen de dudas: “El Foro denuncia de manera enérgica lo que considera un ejercicio unilateral, malintencionado y sin sentido, al someter a un falso referéndum a los habitantes británicos de las Islas Malvinas a fin de consultarles si desean permanecer integrando los Territorios Británicos de Ultramar. Constituye una afrenta a los procedimientos legítimos que se procuran impulsar para terminar de una vez por todas con los colonialismos prepotentes e inaceptables”.
Es claro que la obtusa posición británica de no sentarse a negociar genera creciente repudio dentro de la comunidad internacional.
¿No será hora de que, en lugar de realizar inconducentes consultas populares, el Reino Unido acate los numerosos llamados de la comunidad internacional y acceda a iniciar un proceso de diálogo y negociación para resolver esta cuestión de manera definitiva?
Ing. Dante Dovena, Embajador de la República Argentina en Uruguay.
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