Paysandú, Sábado 16 de Marzo de 2013
Deportes | 10 Mar Se terminó. La historia de la Blanca en la 10ª Copa Nacional de Selecciones se diluyó como agua entre los dedos en una definición por penales infartante.
Paysandú igualó sin goles ante Tacuarembó, en la revancha de los cuartos de final, repitiendo el resultado del compromiso de ida. Y no hubo más remedio que definir el ganador del partido, y el que se quedaría con el pasaje a las semifinales para enfrentarse finalmente a Mercedes.
Y la definición por penales favoreció a los rojos. Quedó en claro que los remates desde los 11 pasos son a suerte y verdad.
La verdad estuvo en los remates que Paysandú no pudo convertir. Y la suerte no estuvo del lado de Federico Acosta, que atajó dos y debió haberse quedado con otros tantos, pero la pelota mojada se escurrió increíblemente con rumbo a la red.
Nadie esperaba esa definición. Quizá porque el partido de ida, aquel 0 a 0, dejaba abierta la puerta para que aparecieran los goles en la revancha.
Pero no hubo caso. A Paysandú le costó hacer pie en el partido, adaptarse a esa línea de tres que planteó con la idea de sumar gente en la mitad de la cancha.
Tacuarembó se hizo de la pelota, generó complicaciones pero, como contrapartida, solo tuvo una clara ocasión de gol, que terminó con un cabezazo cruzado que llevó la pelota afuera.
La Blanca intentó reaccionar pero fallando en la entrega del balón, apostando demasiado al pelotazo para Timoteo Acosta, que hizo todo el esfuerzo pero sin poder lastimar.
Un tiro libre de López, una jugada individual de Daglio y el tener contra las cuerdas al rival en los últimos minutos del primer tiempo, fue lo mejor de Paysandú. Pero no alcanzaba.
Por eso el técnico Ramón Silvera reestructuró el equipo, intentó darle mayor solidez y también fútbol, pero el partido siguió siendo parejo, desdibujado futbolísticamente.
Y con el paso de los minutos la sensación era la misma que en el campito cuando había que irse a casa: el que hacía el gol, se quedaba con el partido.
Un penal sobre Timoteo Acosta que pasó desapercibido para el árbitro y no generó protestas, fue la jugada que despertó a los pocos hinchas que quedaron en la tribuna entre pelotazo y pelotazo.
Paysandú intentaba, buscaba, quería. Sin tener la claridad necesaria, porque para colmo Parodi ingresó y pocos minutos después se sintió definitivamente de su lesión, aunque permaneció en cancha.
Y ese querer casi tuvo premio tras una corrida de Soria por la derecha, que terminó con un centro rasante al área chica, donde apareció Patritti para tocarla. El balón tenía claro destino de red, de no haber estado en medio el golero rival.
Y el propio Soria fue protagonista del último avance sanducero. Los rojos, ya con 10 jugadores, quisieron reaccionar mientras el reloj le ganaba al local, que no encontraba el camino para salir del cero y escaparle a los penales.
Pero no pudo. La definición fue fatal. Y fue a suerte y verdad. Un combo fatal.
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