Paysandú, Domingo 17 de Marzo de 2013
Opinion | 15 Mar Quizás termine siendo tan poderoso como el mismísimo “Gauchito Gil”, adorador de “San La Muerte”. O quizás aparezca en la nueva versión de la Santa Cena. Lo cierto es que de origen socialista --alejado en vida de la iglesia-- Hugo Chávez terminó sus días tan cerca de Dios que de acuerdo a su vocero en la Tierra, el presidente encargado de Venezuela, el ex rocker Nicolás Maduro, está “frente a frente con Cristo”.
Este --que ha asumido ante el pueblo venezolano la imagen del hijo del amigo de Dios, es decir Chávez-- no tuvo mejor idea que, apenas conocerse que el cardenal argentino Jorge Bergoglio había sido elegido como nuevo Papa de la Iglesia Católica --y que había tomado para sí el nombre de Francisco I--, vincular el uno con el otro, aun cuando lo hizo en tono jocoso.
Maduro (más bien inmaduro) dijo: “Nosotros sabemos que nuestro comandante ascendió hacia esas alturas y está frente a frente a Cristo. Alguna cosa influyó para que se convoque a un papa suramericano, alguna mano nueva llegó y Cristo le dijo ‘Bueno, llegó la hora de América del Sur’, así nos parece”. Y, por si algo faltaba, agregó: “En cualquier momento convoca una Constituyente en el cielo para que sea el mismo pueblo quien gobierne el mundo”.
La primera reacción es que el comentario fue una broma desafortunada en un acto oficial. No obstante resulta claro que le viene como anillo al dedo al populismo chavista, que terminó con un padre - presidente que, no sería de extrañar, en algún tiempo sea propuesto para ser canonizado en la iglesia de la que no fue tan fiel devoto y con la que mantuvo conflictiva relación.
Obviamente, no es ya responsabilidad de Chávez el uso de su imagen que hacen quienes siguen en el infierno terrenal y lo imaginan frente a frente a Cristo allá alto en el cielo. Para poder mantener el poder, su sucesor Maduro y el resto de los dirigentes, aprovechan cada argumento para reforzar la imagen del caudillo, el que hablaba siempre de patria entendiéndola como una familia grande con un padre común.
Los mitos amalgaman realidad y fantasía. Al gobierno encargado le importa y mucho transformarse en vocero de ese pater noster que no abandona, que aunque no pueda ser embalsamado será inmortal, como Cristo. Hay bromas fatales y hay bromas que encierran los más secretos deseos. Maduro necesitará de un milagro divino para hacer frente a los enormes desafíos que el chavismo sin Chávez deberá enfrentar, tras del derroche populista. Para ellos sería bueno tenerlo al fallecido líder “frente a frente” a Cristo. Aunque, como en el cuento de Landriscina, sea “tiempo perdido, Señorita”.
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