Paysandú, Lunes 18 de Marzo de 2013
Opinion | 12 Mar Pese a los intentos de algunos voceros del gobierno, de justificar el “más y mejor Mercosur”, --que contó con el impulso del ex canciller Reynaldo Gargano, quien frustró la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, por ejemplo--, el deterioro del acuerdo regional desde el punto de vista del intercambio comercial, integración y nunca consolidada organicidad está incidiendo en un cambio de postura en el Poder Ejecutivo, que ha pasado a coincidir con la oposición en muchas críticas que se hacen al bloque.
Es que el problema no solo se ha instalado en lo que tiene que ver con trabas, medidas proteccionistas y conflictos, sino que la responsabilidad se ha trasladado a decisiones que se han adoptado desde el punto de vista político – ideológico, transformando al Mercosur en un “club de amigos” en el que se adoptan medidas improvisadas priorizando lo político sobre lo jurídico, como manifestara en su momento el presidente José Mujica.
Y cuando ello sucede, se cambian las reglas de juego o decididamente se viola el derecho, como ocurrió con la suspensión de Paraguay como socio para darle entrada por la ventana a la Venezuela del entonces presidente Hugo Chávez. Lo que se genera con este tipo de acciones es inseguridad jurídica, que redunda en inestabilidad institucional donde no existen garantías de ningún tipo.
En este contexto debe evaluarse que ya pocas horas después del fallecimiento del presidente venezolano Chávez, la situación del Mercosur está en el tapete ante manifestaciones de voceros del gobierno uruguayo y una visión crítica simultánea de la oposición política. El domingo el vicepresidente Danilo Astori ratificó la inquietud que ha ganado al gobierno cuando reconoció que el bloque regional está “lleno de obstáculos y problemas” y consideró además que está “adormecido y en estado de letargo”.
Astori señaló que “cuando Uruguay ingresó al bloque en 1991 fue una de las decisiones estratégicas más importantes de su historia contemporánea, pero hoy, 22 años después, nos encontramos con una cantidad enorme de problemas y con una especie de parálisis”.
El vicepresidente señaló que el bloque regional “se encuentra sin esa convicción colectiva fundamental que debe tener para salir adelante”. Entre otras causas, evidentemente el bilateralismo que practican las dos grandes economías del bloque, en defensa de sus intereses, conllevan severas distorsiones en el funcionamiento del Mercosur.
Es así que por ejemplo desde hace unos dos años, sobre todo a partir de la crisis financiera internacional, las políticas restrictivas respecto a las importaciones que aplican Argentina y Brasil vienen perjudicando las exportaciones de las industrias nacionales y desde el gobierno se ha negociado directamente con ambos países para que flexibilicen sus posturas.
Esta visión es compartida por la oposición, y precisamente el senador colorado José Amorín recordó que “hace tiempo” su partido advirtió sobre la situación y que “Astori fue el ministro del gobierno de (Tabaré) Vázquez que cuando nosotros alertábamos nos decían ‘más y mejor Mercosur’”, dijo.
“Astori era el abanderado de esa posición. Cuando hubo oportunidad de abrirse al mundo, por ejemplo cuando Estados Unidos planteó el Tratado de Libre Comercio (TLC), si bien al principio estuvo a favor, rápidamente cambió y después justificó diciendo que por suerte no se había concretado”, apuntó el senador de Propuesta Batllista (Proba).
En una línea similar, el senador nacionalista Sergio Abreu, uno de los actores fundamentales de la fundación del Mercosur en 1991, cuando ocupaba el cargo de canciller, sostuvo que el bloque regional “está muerto” por la propia acción de los gobiernos de los países integrantes, y consideró: “Yo le llamo corporativismo presidencial, un club que dice que su legitimidad proviene de la elección popular, pero que el resto de los instrumentos que son parte de la sociedad democrática, como la separación de poderes, la libertad de prensa, la justicia, son todos ‘elementos burgueses’ con los que hay que vivir a desgano”.
Hasta del propio presidente Mujica reconoció en su audición radial recientemente, que actualmente el Mercosur es “más que un mercado común, una mala unión aduanera”, por lo cual entiende que debe haber un replanteo, una “discusión de destino y de rumbo” en esa materia, sobre todo teniendo en cuenta que a su juicio se aproxima un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea que postergará a otros países, incluyendo a los que integran el Mercosur
Coincidimos plenamente con la reflexión del presidente –aunque tardía--, pero para poder llevar una discusión seria y conducente se necesita independencia, tanto política como ideológica. Mientras sigamos siendo subordinados de la “revolución bolivariana”, de las decisiones de la mandataria argentina o de los intereses del Brasil, nada bueno para los uruguayos va a prosperar. Ya hemos hecho demasiados papelones para complacer a los grandes, o abrazar una “causa latinoamericana” basada en los delirios del desaparecido presidente venezolano, que con sus petrodólares compró el apoyo incondicional de muchos países sudamericanos.
Y seguimos haciéndolo, cuando aceptamos sin objeción alguna un gobierno de transición ilegítimo en el país caribeño, luego de tolerar que un presidente que nunca asumió, nunca se vio y nunca se escuchó, supuestamente designara sucesores, ministros, manejara la política exterior y hasta nombrara un vicepresidente leal que manejara el país, y por lo tanto, decidiera por un miembro pleno del Mercosur. Como dice Mujica, ya es tiempo de replantear al Mercosur. Pero habrá que hacerlo en serio.
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