Paysandú, Jueves 21 de Marzo de 2013
Opinion | 18 Mar Los medios de comunicación, o más aún, el reduccionismo con el cual se refieren a “la prensa”, ha sido apuntado en el último período como el origen de las versiones inexactas que abundan en nuestra sociedad y que han generado una desconexión entre el ciudadano y el gobierno. O como lo dijo el presidente Mujica: “pululan verdades a medias, por lo tanto, que no son verdades. Pulula la constante eliminación de los contextos que rodean las noticias. Falta, por todas partes, el esfuerzo para ratificar la veracidad de las noticias. Hay una enorme irresponsabilidad, se le da crédito al Twitter, a cualquier medio extranjero, a cualquier bolazo que anda en la vuelta”.
¿Cómo discernir entre la verdad o la mentira, cuando hay verdades que han sido contadas desde sus puntos de vista, por los mismos actores que pertenecen al actual gobierno? ¿Cómo no entenderlo al vicepresidente Danilo Astori, cuando cuestionó las “operaciones de prensa encubiertas” en la interna del Frente Amplio, en medio de la disputa entre los distintos sectores del oficialismo que se ha hecho explícita en el seno del gobierno de José Mujica? ¿Es eso, también, responsabilidad de los medios “hegemónicos”? A propósito de esta última palabra, largamente repetida y transformada en moda, se aprecia la definición de la Real Academia Española que refiere al adjetivo de hegemonía y define como “supremacía”. ¿Verdaderamente en tiempos de democracia y ante la extensión del uso de la información bajo diversas presentaciones, se aprecia una “hegemonía”?
En la búsqueda de un responsable, resulta desopilante la “investigación psicológica para saber quién es” el Señor X que filtra información a la prensa, luego de la dura discusión que mujiquistas y astoristas mantuvieron luego del Consejo de Ministros donde se demostró la existencia de dos rumbos económicos en el país. “Estoy lastimado, porque hoy veo en la prensa a un traidorzuelo que pasa información sesgada y ni siquiera textual, la pasa editada, elaborada, con el fin de conseguir ciertos objetivos que son divisionistas”, había dicho el ministro Eleuterio Fernández Huidobro.
Incluso las críticas de la senadora Lucía Topolansky, que en 2011 dijo que varios medios de prensa están en manos extranjeras y “mienten flagrantemente”, como si no fuese responsabilidad del propio Estado regular esa venta de medios. Sin embargo, a comienzos de este año reconoció que “la prensa en Uruguay está sana y es libre. Yo tengo una balanza: la libertad infinita y la responsabilidad”. Menos mal. Por eso, antes de “chocar”, el propio gobierno asignó otro lugar a Kintto Lucas, que había pedido “una regulación clara de los medios de comunicación” y lo envió como embajador itinerante. Un guiño más para que el chivo expiatorio siga haciendo su trabajo.
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