Paysandú, Sábado 23 de Marzo de 2013
Opinion | 23 Mar Visiblemente satisfecho, el presidente del Banco de la República, Fernando Calloia, anunció que en lo que respecta a su entidad bancaria, el tema Pluna ha quedado saldado con éxito, porque finalmente el empresario Juan Carlos López Mena, en aparente gesto de generosidad --siempre se dijo por el gobierno y por el propio empresario que nunca tuvo nada que ver con la subasta-- se haría cargo del pago pendiente por el aval, en cuotas a cuatro años, por un valor de 13,6 millones de dólares.
De esta forma entiende el jerarca que ha quedado resuelta la cuestionada participación de la entidad bancaria oficial en esta controvertida operación en la que se respaldó en el remate a una empresa fantasma, que no contaba con patrimonio para ofrecer doscientos millones de dólares por los aviones rematados, a través de una aseguradora que tampoco se hizo nunca responsable por la concesión del aval, que sin embargo a juicio del jerarca era “perfecto”.
Todo tan burdo, tan poco creíble, tan misterioso y retorcido, que no podría convencer a un niño, por más que el presidente del Banco República lo haya anunciado triunfalmente, porque entiende que de esa forma pone a salvo a la institución y los cuestionamientos a su persona.
En realidad los cuestionamientos a su persona y a su trayectoria al frente de la institución nunca han existido, sino que de lo que se trata es de la improvisada participación contrarreloj de la entidad en el sonado asunto, y el otorgamiento de un aval en tiempo record, cuando sin dudas no estaban ni por asomo dadas las condiciones de seguridad y garantías con que se manejan estos temas, de acuerdo a las normas del Banco Central y el marco legal vigente.
Es que nadie ignora que el presidente del República ha actuado en esta emergencia en base a “sugerencias” de las más altas jerarquías del Poder Ejecutivo --incluso del propio mandatario José Mujica-- para otorgar el aval que permitiría sacarse de encima una bomba que amenazaba con explotar en la cara, lo que no se pudo evitar teniendo en cuenta el azaroso proceso generado por el problemático aval.
Y si bien puede evaluarse, con muy buena voluntad, que el República salió ganando con el cobro de este aval en cuotas, la realidad es que se ha perdido credibilidad, que el tema Pluna sigue por dilucidarse, que hay una investigación judicial y que se han perdido cientos de millones de dólares en la aerolínea de bandera nacional durante muchos años, tanto en anteriores administraciones como en la del Frente Amplio.
Y encima las propuestas –una sola, al fin de cuentas-- que están sobre la mesa para recrear otra aerolínea por la vía cooperativa indican que seguirían poniéndose millones y millones de dólares sin retorno, porque seguirán de una u otra forma las pérdidas para nada que valga la pena.
Mientras tanto, la investigación judicial sobre Pluna por el pago del aval continúa en manos de la jueza Adriana de los Santos. El hecho de que el BROU logre cobrar el aval de US$ 13,6 millones y que quien lo pague sea el titular de Buquebus y BQB, Juan Carlos López Mena, “aporta más elementos” a la indagatoria judicial, dijeron a El Observador fuentes del caso.
Si bien la investigación gira en torno a tres aspectos (tres presumarios): el cierre fraudulento de la empresa, el pago de cheques sin fondo a Ancap y el pago del aval, el fiscal Juan Gómez estudiará el caso como un todo y se pronunciará al final sobre las responsabilidades en forma conjunta.
Por el pago del aval son indagados el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, y el presidente del BROU, Fernando Calloia. A la vez por el cierre de Pluna son indagados los directores de la empresa entre quienes figuran el exgerente general de la empresa, Matías Campiani, entre otras vinculaciones.
Pero más allá de la investigación judicial, de la que puedan salir o no procesamientos por figuras delictivas, desde el punto de vista político es indudablemente que se han cometido gruesos errores, manejando las negociaciones y a la propia Pluna como a un boliche de barrio, que si bien pudo haberse hecho con muy buenas intenciones da para especular sobre cualquier tipo de maniobra. Y hoy se sigue insistiendo con crear otra aerolínea con los ex funcionarios a un alto costo, a pesar de la larga historia de fracasos de la malograda Pluna. Una nueva empresa en la cual el Estado pone todo, los “empresarios” nada y no asumen ningún riesgo más allá de quedarse sin empleo, y que deberá competir con aerolíneas regionales subsidiadas, empresas muy eficientes y gigantes de la aviación, para un mercado reducido. ¿Qué pasará cuando los aviones que todos los uruguayos les “prestamos” a esta nueva empresa, cumplan su vida útil? ¿De dónde saldrán los recursos para mantener y renovar la flota cuando se precise? ¿Cuánto estamos dispuestos a regalarles mientras tanto para que sigan “jugando con los avioncitos”?
La excusa de la conectividad aérea perdida ya probó no ser válida, por cuanto la disminución en los pasajeros en el aeropuerto de Carrasco es similar a la reducción que se registró en el tránsito de turistas por todos los accesos al país, tanto por tierra como por agua. Entonces, insistir con la “línea aérea de bandera” es una cuestión de caprichos. Ya es hora de despertar de este sueño y dejar la aventura de la aerolínea para el que tenga los recursos para invertir y arriesgar en esto, sin más participación del Estado.
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