Paysandú, Lunes 25 de Marzo de 2013
Opinion | 20 Mar Ante datos divulgados en las últimas horas por el Banco Central, que reducen del 4 al 3 o 3,5 por ciento las previsiones de crecimiento de Uruguay este año, surgen interrogantes respecto a cómo el gobierno podrá acomodar el gasto público a esta disminución en la actividad e ingresos sin aumentar el déficit fiscal, situado ya en niveles preocupantes.
Así, los analistas privados se vieron “sorprendidos” por el crecimiento de 3% a 3,5% que estimó el presidente del Banco Central (BCU), Mario Bergara, para la economía en 2013 y advierten que de ratificarse el mismo en el dato de Cuentas Nacionales que publicará el BCU el miércoles 27, el equipo económico se verá obligado a “ajustar” el gasto público, salvo que opte por elevar su estimación de déficit fiscal.
El Ministerio de Economía y Finanzas elaboró el Presupuesto Quinquenal para este período de gobierno con una tasa de crecimiento de 4% hasta 2015, pronóstico que será “difícil” de cumplir para los expertos en vista de la desaceleración que viene mostrando la economía.
Por otro lado, en estos números macroeconómicos, el déficit fiscal del 2,7% del PBI (Producto Bruto Interno) en el interanual a enero está lejos de la meta de 1,4% del Producto que habían proyectado las autoridades económicas para 2013.
Un crecimiento por debajo del 4% del PBI el año pasado obedeció a un “magro cuarto trimestre” o a la “revisión” que generalmente realiza el BCU sobre los tres primeros trimestres. “De ratificarse el dato que manejó el presidente del Banco Central, confirmaría una desaceleración que empezó antes de lo previsto. Las advertencias que lanzamos en su momento, cobran mayor relevancia”, alertó el economista Alfonso Capurro, de CPA Ferrere en declaraciones a El Observador.
Para situarlo en términos domésticos, lo que se prevé significaría que una familia en lugar de tener ingresos por 30.000 pesos mensuales para este año, va a pasar a tenerlos solo por 25.000, pero ya con un presupuesto que había elaborado –y comprometido- para gastar 30.000. De algún lado va a tener que salir el dinero entonces para acomodarse a ese presupuesto, o de lo contrario, reducirlo para no desbalancear o seguir deteriorando las cuentas.
No es difícil de entenderlo y cada uno, ante la encrucijada, debería decidir dónde meter la tijera para atenuar el impacto del desfasaje.
En el caso del gobierno la disyuntiva es similar, pero hay otros elementos en juego. Así, para Capurro la única vía que tiene Economía para cumplir con los resultados fiscales proyectados para el final del período, es que “ajuste los gastos a la nueva realidad de crecimiento. Los desvíos del año pasado ya obligarían a una corrección porque los ingresos fueron menores a los proyectados”.
En la misma línea, Ramón Pampón, de PwC, consideró que el camino que tiene el gobierno para mitigar el impacto de registrar un crecimiento menor al previsto, es “ajustar el gasto” de la próxima Rendición de Cuentas.
La economista Florencia Carriquiry, de Deloitte, recordó que el gobierno fijó una expansión del gasto público de entre 3% y 4% que se suponía era el crecimiento tendencial de la economía. “Como el PBI en los años anteriores creció por encima de ese porcentaje no había problemas, pero ahora la realidad de 2012 parece que no fue esa”, señaló.
“Lo que estamos diciendo es que si el dato de 2012 es el que se insinúa por el Banco Central, nuestro crecimiento de 2013 estaría más cercano al 2,5% en condiciones normales, y aun asumiendo que Argentina crece cerca del 2% y que Brasil lo hace en el orden del 3%. Si hubiera malas noticias de nuestros socios regionales la desaceleración sería más abrupta. No se trata de escenario de crisis sino de desaceleración”, declaró en entrevista con El Espectador el socio de CPA-Ferrere, Gabriel Oddone.
No se necesita ser un experto en economía, sino simplemente dejarse llevar por el sentido común y de sobrevivencia, al fin y al cabo, de que no solo no se puede seguir expandiendo el gasto público, sino que se debe ajustar a la baja eliminando las erogaciones superfluas --que las hay, y muchas--, porque en gran medida en el gobierno se habla de austeridad, pero no se la practica, y fundamentalmente trabajar sobre la calidad del gasto.
Es decir, que en el Estado, con su clásica ineficiencia y burocracia, se gasta demasiado y mal, por lo que incluso rebajando el gasto se podría cumplir mucho mejor con el funcionamiento y programas de gobierno si se fuera más eficaz y se trabajara contra resultados en lugar de seguir volcando masivamente dinero de todos los uruguayos en áreas en las que la gestión no solo no ha mejorado, sino que incluso se ha ido degradando.
Las perspectivas para el desempeño de la economía local en el corto plazo muestran varias señales “amarillas”. Y en el ámbito internacional todo indica que el auge económico se ha estabilizado o está llegando a su fin. Incluso en la agropecuaria --que ha sido el principal impulsor del crecimiento del Uruguay desde la crisis de 2002 a la fecha--, se estima que la soja cotizará a la baja en la próxima zafra, es de esperar que ante la estabilización de la demanda y la producción, así como del precio del petróleo, ya no vuelvan a verse los valores récord que se registraron en los últimos años.
Por lo tanto el gobierno debería a justarse al escenario internacional cuanto antes para ver si es posible llegar mejor perfilados a una coyuntura no tan favorable, porque de todas formas, de no ser así –como todos deseamos— siempre es positivo trabajar sobre eficiencia y no seguir gastando a menos llenas, pensando solo en el presente.
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