Opinion | 25 Mar El vicepresidente de la República, Danilo Astori, reconoció que “algún día” el gobierno deberá enfocarse especialmente en el gasto de las empresas públicas y ejercer una “mirada global”, reconociendo que se ha perdido la capacidad para observar este aspecto, que consideró “demasiado importante para el país”.
El referente de la política económica uruguaya y responsable de la reforma tributaria que comenzó en Uruguay en 2007 dijo que no subestima la importancia de las inversiones, pero deberán ser coherentes con el aspecto fiscal. En tal sentido, el propio Astori reconoce que no hay un conocimiento global en este tema. El vicepresidente hace referencia así a una tarea marcada desde el comienzo del segundo gobierno frenteamplista, que cuenta con mayoría en cada uno de los entes estatales y en el Parlamento. Deja establecido, además, que los números de ese gasto --cuyo control se ha perdido-- perjudican una balanza sensible para el Ministerio de Economía y que vigila con rigor la dirección de Macroeconomía, o sea, la inflación. El gobierno estima que el país crecerá un 4% y Astori reclama que no aumente la proporción del gasto en la Rendición de Cuentas. No obstante, en el Parlamento se votó un aumento para 2013, sin mencionar la creación de la Universidad Tecnológica. Entonces, para aumentar la recaudación impositiva, las autoridades se enfocarán en el combate a la informalidad y a continuar debatiendo si hay o no más espacio fiscal para la creación de nuevos impuestos.
La pregunta es: ¿cuál será el potencial tributario de los impuestos generados y sus resultados al finalizar el año fiscal? O, mejor aún, ¿cuánto esfuerzo más se deberá hacer para continuar aportando a algunas áreas como la educación, que ha recibido recursos como nunca antes, sin lograr niveles adecuados? Y así se podrían enumerar las obras públicas, de infraestructura, logística y transporte. La enorme burocracia ha hecho su parte, pero también los personalismos y las “chacritas” políticas que sectorizan e impiden tener una visión global. Esa misma que reclama Danilo Astori y que sabe --por formación académica antes que política-- no permiten generar una correcta distribución.
Tampoco asimilar una crítica y mucho menos, soportar una autocrítica. Hasta que “las papas quemen” y venga alguien a decir: “Te lo dije”.