Paysandú, Viernes 05 de Abril de 2013
Opinion | 30 Mar El inicio, el próximo lunes, de la campaña de vacunación masiva contra la gripe en nuestro país, se da en un comienzo de otoño que se ha mostrado particularmente benigno hasta ahora, e incluso en lo que va de la Semana Santa o de Turismo, cuando es tradicional que la lluvia y/o el frío pauten por lo menos parte de la clásica semana de vacaciones para muchos uruguayos, días cálidos de sol han hecho olvidar por lo menos por el momento que estamos ya en el preámbulo del invierno.
Es decir, de la temporada de días de lluvia y frío, de humedad, que son caldo de cultivo de afecciones respiratorias, fundamentalmente, incluyendo a la propia gripe, que es un convidado de piedra de esta estación y que quien más quien menos padece o la ha padecido en la época invernal.
La vacunación masiva contra la gripe, precisamente, se inscribe en una sana --valga el juego de palabras-- política de prevención en el área de la salud que va dirigida a grupos de riesgo, que los hay y muchos, pese a que algunos no se sientan comprendidos en el universo a que va dirigida la campaña en la muy difundida faceta de nuestra idiosincrasia de que “a mí no me va a tocar”.
Por regla general, es cierto, un cuadro gripal se procesa en alrededor de una semana sin mayores complicaciones, dependiendo naturalmente de la cepa del virus que la origine, pero para muchas personas el contraer una gripe significa mucho más que decaimiento y fiebre, debido a que padecen enfermedades crónicas, sobre todo del aparato respiratorio y cardiovascular. Por lo tanto, en estas instancias su situación se ve agravada, con debilidades manifiestas cuando su organismo es atacado por un virus que baja sus defensas, al punto de muchas veces poner en riesgo la vida del paciente.
En este contexto debe evaluarse como una medida preventiva en su real dimensión estas campañas que se cumplen desde hace muchos años, más allá del partido que esté en el gobierno, y a la que la población responde positivamente, aunque no se vacune todo el universo objetivo, salvo cuando se han dado epidemias como la de la Gripe A H1N1, en que la virulencia de la patología llevó a que optaran por inmunizarse muchas personas que no lo hacen habitualmente.
Este es precisamente un aspecto que indica que cuando hay conciencia del riesgo la respuesta mejora ostensiblemente, y que tanto esta campaña como otras medidas preventivas que se orientan a prevenir otras enfermedades --como el dengue, el quiste hidático, etcétera-- tendrían mucho mejor resultado si la población asumiera que con poco esfuerzo, con actitudes tan simples como de rutina, muchas enfermedades graves ya podrían estar erradicadas. Hacerlo costaría muy poco si cada uno actúa responsablemente.
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