Paysandú, Domingo 07 de Abril de 2013

Mejor callado

Opinion | 06 Abr La “incontinencia verbal” del presidente José Mujica ha obrado como una bomba de tiempo que podía explotar en cualquier momento y traerle serios dolores de cabeza, por lo que la “gaffe” del mandatario cuando off the record dijo en Florida, creyendo que estaban los micrófonos cerrados, que “la vieja es peor que el tuerto” no es una sorpresa, y mucho menos conociendo el estilo chabacano de Mujica.
Claro, hay momentos y momentos pero el mandatario ya se sentía –y aún lo está—seguro de su personaje, llegando a creer que jamás cometería algún error que lo pusiese en aprietos, apostando a las contemplaciones que se ha tenido con él por su forma peculiar de expresarse, y que le ha permitido hablar de cualquier cosa en cualquier tono, y hasta faltarle el respeto a los periodistas en plena entrevista, por ejemplo. Sus seguidores siempre le han extendido una especie de “perdonatutti” y quienes lo cuestionan tanto de forma como de fondo, se han encontrado muchas veces solos ante la condescendencia del ciudadano común frente a las salidas del presidente.
Pero en el mundo diplomático las cosas son distintas, y si bien el estilo Mujica no es una novedad para los uruguayos, incluso un comentario de estas características, que podría resultar gracioso en una rueda de boliche, y hasta muy festejada, suena desencajada al trascender del ámbito privado en el que lo expuso.
Es que una cosa son las relaciones diplomáticas y otro el ámbito popular, porque seguramente el desenfado del mandatario para comentar en voz alta lo que piensa –nadie duda que así lo piense, por supuesto— seguramente es apoyado por una amplia mayoría de la ciudadanía y operadores, cansados de los desplantes a que ha sido sometido el Uruguay por las actitudes del matrimonio que ha estado al frente del gobierno del vecino país --nadie podrá olvidar fácilmente lo ocurrido con los bloqueos de los puentes internacionales por el sonado caso de la planta de celulosa de Botnia, así como el cierre de mercados para nuestros productos, la reticencia en dragar el canal de Martín García, entre otros temas--.
Lo resume bien el analista Gustavo Zuasnabar, de Equipos Mori, cuando expresa a El País que “no parece que el presidente haya dicho algo que desagrade a los uruguayos, habló de algo que uno tiene la sensación de que es una idea que está extendida en la opinión pública sobre lo difícil que es negociar con Cristina Fernández, comparado a lo que fue la gestión de Néstor Kirchner; en el fondo el problema está en la forma de decirlo”.
Es que “la forma de comunicarse de Mujica, que hoy algunos critican, también fue parte de uno de sus atributos para llegar a todo lo que llegó”, manifestó Zuasnabar, aunque aclaró que de ahora en más el mandatario debería tomar los recaudos del caso porque “si se pasan ciertas barreras esta actuación puede llegar a tener repercusiones”.
Y si no que lo diga Jorge Batlle, quien pocos años antes también creyendo que no se le estaba grabando dijo que “los argentinos son todos unos ladrones, del primero al último” y sufrió las consecuencias de su excesiva dosis de incontinencia verbal, aunque tal vez no al grado de la que manifiesta Mujica. En este caso, lo que para “el Pepe” no fue gran cosa, sin embargo fue ampliamente difundido tanto en Uruguay y Argentina como a través de cientos de medios de comunicación de todo el mundo, lo que da la pauta de lo serio del error.
Por supuesto, lo dicho es demasiado grueso en su forma como para que Mujica lo arregle diciendo que “es un bolazo” y que no tiene “nada que aclarar”, porque por más estilo e impunidad que haya tenido hasta ahora para decir lo que piensa de la forma en que lo dice, la repercusión del episodio ha sido incontenible, y es así que en el plano diplomático Argentina calificó de “inaceptables” sus dichos.
El canciller argentino, Héctor Timerman, se reunió en la tarde de este jueves con el embajador uruguayo en Argentina, Guillermo Pomi, para hacerle entrega de una nota de protesta del Gobierno argentino. Ésta expresa que “la República Argentina señala que es inaceptable que comentarios denigrantes que ofenden la memoria y la investidura de una persona fallecida, que no puede replicar ni defenderse, hayan sido realizadas, particularmente, por alguien a quien el Dr. Kirchner consideraba su amigo”. De ser como asegura la misiva, bien cabe la reflexión de que con amigos así, quien precisaría enemigos.
Las frases “Esta vieja es peor que el tuerto” y “El tuerto (por Kirchner) era más político”, en tanto la actual presidenta es “terca”, dichas por el presidente José Mujica sobre su par argentina Cristina Fernández se convirtieron en el tema más leído de varios medios del mundo, y en un episodio difundido y magnificado como una anécdota más en el mundillo político internacional, donde se han dado innumerables situaciones similares, incluso por presidentes.
En todos los casos, la salida “ingeniosa” en rueda de amigos, donde se dice de manera cruda y contundente, a veces agraviante, lo que se piensa de determinadas personas a las que sin embargo hay que sufrir por diplomacia o relacionamiento social, muestra el lado humano que también tienen los gobernantes, aunque en este caso la licencia se torne una bomba que explotó en las manos, y confirma que cometer errores es la característica por excelencia del ser humano. Aunque cuando uno es presidente, debería por lo menos cuidar el qué y cómo habla.


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