Opinion | 03 Abr La Semana de la Cerveza que acaba de culminar ha dejado un balance altamente positivo. Para el éxito, la organización jugó un papel importante estableciendo un predio ferial pleno en atracciones. Tres escenarios, espacios culturales, ciento cincuenta estands, plazas de comidas y otros espacios. También es cierto que el buen tiempo regaló (aun en la última semana de marzo) nueve días sin lluvia.
Asimismo, el decidido apoyo de la comunidad así como de miles de turistas que llegaron a la ciudad, permitió que decenas de miles de personas se reunieran cada noche en el centro de festejos. S se vendieron más de 110.000 entradas, a lo que hay que sumar unos entre 4.000 y 5.000 menores de hasta 12 años (contabilizados por personal del batallón local y obviamente por la oficina local de Agadu) que elevaría el número de personas en el predio ferial a unas 150.000 personas.
Una organización tan grande también tiene errores. Algunos que se repiten, otros que se verificaron en esta edición. Entre los primeros, se continúan haciendo las conferencias de prensa de los artistas en la sala “Abel Ozer Ami” que debido a los equipos de sonido instalados en el anfiteatro hacen prácticamente imposible el trabajo de la prensa. Se hace urgente ubicar otra locación para tal fin.
Por otro lado, la ubicación de la cabina de control de sonido, iluminación y televisión, que tiene un lugar específico construido en el anfiteatro, se volvió a ubicar en el pasillo. Ante una emergencia, esa ubicación podría provocar serios inconvenientes de evacuación, aun cuando se abran los dos sets de puertas.
También debe corregirse algunos aspectos relacionados con la venta de localidades para el show, en este caso de Ricardo Montaner. Si bien algo más de 50 dólares por las entradas preferencias es un precio justo, carece de lógica que las localidades no fueran numeradas.
Por otra parte, quien paga las entradas más caras lo hace con el interés de estar bien cerca del show. Empero, en primera fila estaban las autoridades e invitados. En este tipo de espectáculos, primero está el público, no las autoridades. Estas pueden ubicarse filas atrás sin inconvenientes y dejar a los espectadores que hicieron el esfuerzo en pagar las entradas más caras, tener los mejores lugares.
En toda la organización quizás parezcan detalles, pero precisamente porque se trata de solamente algunos aspectos a mejorar, no serán tan difíciles de implementar. Queda un año para trabajar en ellos.