Opinion | 04 Abr Los efectos del cambio climático en el mundo y la región han sido pronosticados desde hace algunos años aunque, en general, se trata de algo que parece recordarse sólo ante la ocurrencia de alguna catástrofe. Poco se hace en el día a día para tomar medidas preventivas para enfrentar situaciones extremas que están ocurriendo más a menudo de lo que cualquiera quisiera.
Los estudios científicos realizados en distintas partes del planeta indican que el calentamiento atmosférico ha provocado el aumento de la intensidad de las inundaciones, incluidas las inundaciones urbanas, pudiéndose demostrar relaciones directas entre el cambio climático y los fenómenos climáticos extremos.
Tragedias como la de Pakistán en 2010, donde murieron más de 1.600 personas, además de registrarse altos impactos en la agricultura e infraestructura que llevan mucho tiempo en ser reconstruidos, son un buen ejemplo, aunque generalmente pensemos que son cosas que ocurren en lugares lejanos.
La proliferación de los desbordes de corrientes de agua es uno de los de los mayores efectos del cambio climático en Europa de las últimas décadas, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. Repentinas y grandes inundaciones con afectaciones de vidas e infraestructura también ocurren en distintos países de Latinoamérica.
En los últimos días la tragedia golpeó cerca, con más de 40 muertes en Argentina, debido a inundaciones urbanas. Basta decir que en La Plata cayeron 400 milímetros en dos horas y la ciudad quedó prácticamente sumergida, para hacerse una idea de la catástrofe.
En tanto, en nuestro país lluvias de 170 milímetros en pocas horas, acompañadas de tormentas provocaron caídas de árboles y anegamientos determinaron la evacuación de medio centenar de personas, según informó el Sistema Nacional de Emergencia.
Cuando ocurren este tipo de situaciones, en especialmente aquellas que involucran la pérdida de vidas humanas, resulta evidente que no estamos preparados para enfrentarlas. De la misma manera en que la mayoría de las personas desconoce cómo brindar primeros auxilios, también carece de la información y conocimientos necesarios sobre cómo actuar en emergencias.
Otros países entrenan a sus ciudadanos en forma periódica para enfrentar una emergencia climática, pero acá eso ni siquiera se toca en la escuela. Es evidente que el clima está cambiando y nuestras ciudades no han sido construidas para enfrentar esos cambios. Tampoco los ciudadanos tenemos la información suficiente sobre qué hacer ante una inundación urbana, una tormenta o el viento. Deberíamos pensar en no perder tiempo y prepararnos.