Opinion | 05 Abr La democracia, ademas de ser el gobierno del pueblo por representación de ciudadanos electos, es también un ámbito en que todas las corrientes partidarias deben tener posibilidad de expresión de manera independiente con la representatividad electoral.
Esto permite mantener la buena salud del sistema democrático y hace que todas las opiniones tengan una tribuna desde donde expresarse. De todas formas, no resulta siempre tan sencillo que los sectores más minúsculos accedan precisamente a los medios de prensa y puedan cumplir con esa máxima, por lo que el peso del mayor electorado convierte en favoritos de los medios a los principales líderes, dejando solamente caminos alternativos a los grupos pequeños.
Esta regla, no obstante, no se aplica siempre, en la medida que dirigentes políticos que han obtenido escasa aceptación en las urnas igualmente mantienen un alto perfil en los medios, sea por carisma o por permanente solicitud de notas de prensa. Pero no tiene lógica que ésta supere o siquiera alcance a la de los gobernantes electos.
Se dan casos de dirigentes políticos que no obtuvieron ningún puesto electivo y que debieron conformarse (aunque con elevados salarios) con puestos en organismos regionales, nacionales o internacionales. Es la manera que tiene el sistema político de mantener a sus actores dentro del mismo, preparándolos para la próxima contienda.
Ahora bien, lo malo es cuando esos dirigentes políticos abusan de los espacios de prensa. Desde que no gobiernan, se dedican a reunirse con vecinos y luego expresar en la prensa su “preocupación” por tales o cuales problemas que los vecinos les han transmitido. Pero no avanzan más allá de las “actuaciones” en prensa, porque carecen de las herramientas necesarias y porque lo más importante es marcar presencia.
Como todo sistema humano, este también es perfectible y sin duda debe establecerse claramente la diferencia entre intervenciones de los sectores minoritarios con apariciones oportunistas. Debe respetarse su presencia en los medios cuando expresen sus ideas, cuando expongan sus proyectos, cuando destaquen su visión de país.
Pero no puede otorgársele lo mismo cuando todo se reduzca a “preocupaciones”. Los vecinos necesitan mucho más que eso. Deben ser escuchados directamente por los gobernantes y sus demandas escuchadas cada vez que sea posible. Esa es la obligación de los electos para gobernar.