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Paysandú, Martes 16 de Abril de 2013

SEGÚN EL INGENIERO AGRÓNOMO PABLO SOCA, DE LA EEMAC

La intensificación de la producción ganadera deberá sostenerse en sistemas basados en pasturas naturales

Rurales | 10 Abr El ingeniero agrónomo Pablo Soca, integrante del departamento de Producción Animal y Pasturas de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, sostiene que la intensificación de la producción ganadera nacional deberá sostenerse en sistemas basados en las pasturas naturales, no solo por el potencial de los suelos, sino también porque no resiste más incrementos de costos. Nadie duda que la ganadería se tiene que intensificar, planteó el técnico, pero necesita ser “en un marco alentador pero complejo”.
Sostuvo que cuando plantea el tema intensificación, se refiere a incrementar la producción de carne sin un marcado aumento en los costos de producción, “manteniendo la integridad ambiental y la cantidad de gente vinculada a la actividad”. Esto quiere decir que debemos priorizar la utilización de los actuales recursos (gente, campo y animales), sin el empleo de una elevada cantidad de energía e insumos extra prediales.
Su propuesta no omite el impacto del avance de la agricultura. “En Uruguay ha habido una expansión agrícola y forestal, pero la complementariedad de estos rubros con la ganadería, muchas veces señalada como una fortaleza, no se ha concretado y está en discusión”, dijo en un trabajo realizado para Faxcarne.
Coincide con el análisis de los ganaderos en el sentido que “no existe margen para incremento de los costos de producción”, porque estos han aumentado conjuntamente con el precio de los productos, lo cual es reafirmado por todas las predicciones a futuro. En este escenario, deben instrumentarse cambios tecnológicos que mantengan la relación cantidad de producto valorizada/costo de producción. La normal volatilidad de precios, clima y del escenario económico en general, no desaparecerá.
No omite este análisis del ingeniero Soca la referencia a los recursos humanos del campo, recordando que “los sistemas ganaderos han sufrido una importante pérdida de capital humano (fuga y abandono), con el consecuente envejecimiento de los que quedan”. A efectos de atenuar ese daño, propone un enfoque en la generación de tecnología que mantenga la flexibilidad del sistema ganadero y sin “tecnologías industriales” que contribuyan a desplazar los recursos humanos escasos.
Además, plantea que “la intensificación no debería basarse en cambios tecnológicos que constituyen una fuente más de riesgo predial, frente a la importante vulnerabilidad climática asociadas al cambio global. No obstante, pensamos que frente a este auspicioso escenario de incremento de demanda y precios, debemos pensar en un fuerte proceso de cambio técnico en las diversas áreas y sistemas de producción de carne del Uruguay”.
“¿Qué tipo de cambio técnico?”, se pregunta. “Una mejora del ingreso económico con costos controlados sin agravar la vulnerabilidad económica y climática, nos lleva a diseñar rutas de cambio técnico que incrementen la producción física, con costos controlados. Esto supone jerarquizar en primer término el principal recurso del que dispone la ganadería nacional: el campo natural”.
Sostiene que “disponemos de información que un cambio en las prácticas de manejo del mismo, basadas en el control de altura del pasto y la condición corporal de la vaca, sostenido en las diversas fases del ciclo de la vaca, permitirá mejorar el resultado físico-económico de la cría vacuna nacional. Este cambio operaría como una plataforma para futuras incorporaciones de tecnología basada en cambios en la oferta de forraje y empleo de diversos materiales genéticos vacunos que permitan mejorar la producción, utilización y conversión de forraje”. Entiende que “si manejamos el campo natural en un rango de 5-10 centímetros de altura y asignamos un 10 por ciento de oferta de forraje en peso vivo cada 100 kilos de animales, se incrementa la producción anual de forraje, no se reduce la carga animal y se mejora en forma simultánea la producción por animal y unidad de superficie de predios criadores y recriadores”.
Agrega que esto implica “manejar el tamaño del panel que intercepta la energía y la transforma en producción primaria. Si trabajamos con mejor estructura del pasto, no solo mejora la producción animal (vía el consumo de forraje) sino también la producción de forraje, lo cual a largo plazo es la única vía de incremento sostenible en la carga animal que tiene nuestra ganadería pastoril”.
Soca explica que la asignación de forraje “nos permite mejorar la eficiencia de uso de la energía y potenciar el empleo de grupos genéticos con superior eficiencia en el uso del forraje. Todo este modelo no implica el agregado de insumos externos y dependientes de la energía fósil”.
Aseguró que en la Facultad de Agronomía se dispone de información que demuestra que la ganadería de cría “podrá incrementar el porcentaje y peso al destete de los terneros, el peso de las vacas y la producción por unidad de superficie, en base al control de la intensidad de uso de la pastura natural. Estos cambios no solo permitirán llegar a los 3.000.000 de terneros con 3.500.000 vacas, sino que mejoraría el resultado físico-económico del stock vacuno del cual dispone hoy el Uruguay”. Esto se “traduciría” directamente “a la dinamización de los diferentes sectores del complejo productor de carne vacuna”.
Este cambio en el manejo de los recursos “no implica una reducción en la carga animal, sino que permite mantener o incrementar en el tiempo la dotación, lo cual contribuirá a mejorar la producción por unidad de superficie de la ganadería”. Por otra parte, Soca agrega que “está constatado que una mejora en la asignación de recursos (pasto natural) desde la gestación y durante la fase primaria de vida del animal, contribuye a producir una “mejor vaca” y un “mejor novillo”, lo cual permitirá un impacto de valor agregado en toda la cadena de la producción de carne. Sabemos que aquellos hijos de malas vacas son pésimos novillos y vacas. El contar con mejores animales permitirá comenzar a aprovechar los nuevos nichos de demanda como la actual cuota 481, que exige contar con mejores animales desde el momento de la gestación”, dijo.
Soca manifestó también que existe preocupación por mejorar la relación kilos de ternero/consumo de forraje necesario para lograrlo en una superficie que será acotada por la competencia que diversos rubros (agricultura, forestación, minería, etc.) realizan por la tierra.
Esto nos lleva a identificar los factores que afectan la eficiencia de uso del forraje por vacas de cría y su relación con el funcionamiento de la vaca en un ambiente de marcada variabilidad en la cantidad y la calidad de nutrientes”.
Para ello “estudiamos la vaca por dentro, o sea los costos señales que nos generan el pastoreo, y la prioridad que tiene el uso de la energía para funciones productivas. Aspiramos a identificar los factores que afectan la eficiencia de uso del pasto y las mejores vacas que producen mucho y comen poco, que seguramente están en nuestros rodeos con independencia de la raza considerada. Esto permitirá comenzar a mejorar la calidad de la carne desde la base productiva, lo cual abrirá otras posibilidades a la industria exportadora”.
El técnico sanducero indicó que este trabajo “nos permite poner en manos de un sector productor una serie de recomendaciones para mejorar la actividad de cría sin cambios importantes en los costos que solidifiquen un cambio económico autosustentable. El empleo de áreas estratégicas no superiores a 5% del predio de pasturas mejoradas (extensivos) permitirá actuar en forma sinérgica con un mejor manejo del campo natural, lo cual permitirá continuar la mejora simultánea de la producción, uso y conversión de forraje en carne, con mejores resultados económicos”.
Precisó que “cuando el recurso forrajero es perenne y emplea superiores niveles de fertilización, podemos encontrar un excelente resultado ante el uso de una superficie no superior a 1% predial (ejemplo la siembra de Festuca arundinacea con elevados niveles de Nitrógeno mineral). Este enfoque o ruta de cambio técnico cumple con las premisas propuestas (mantiene o no incrementa en gran proporción los costos, no resultó fuente de riesgo y/o permite atenuar la variabilidad climática) y permitirá intensificar la ganadería del Uruguay con independencia del escenario de precios de productos. No solo incrementaríamos la producción sino que con insumos controlados generaremos una mejora en la calidad del producto y una reducción en la emisión de gases de efecto invernadero”.


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