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Paysandú, Martes 16 de Abril de 2013

¿TERMINÓ LA TELENOVELA RIOPLATENSE?

Chile goza con los exabruptos de Mujica

Locales | 14 Abr (Por Horacio R. Brum) Podían ser tres maestras jubiladas, o tres antiguas funcionarias públicas, y por sus conversaciones anteriores no se las oyó como militantes radicales de la derecha o la izquierda. Eran tres señoras chilenas comunes y corrientes, que viajaban al sur en tren, en el vagón de este corresponsal. “¿Qué quieren que les diga? ¡A mí me encantó la talla de este hombre!”, dijo una. Un coro de risas recibió sus frases y las otras siguieron aportando opiniones sobre el tema: la “talla” (broma o burla, en el habla común de Chile) eran las expresiones del presidente uruguayo sobre Cristina Kirchner y su esposo, que desde hace una semana están dando de qué hablar en la calle y en los medios de comunicación.
El viernes 5, el diario más importante del país publicó una media página de su sección internacional con grandes fotos de la Señora K y el Pepe, bajo el titular: “Presidente Mujica señala sobre Cristina Fernández: ‘Esta vieja es peor que el tuerto’”. Una atención similar dedicaron al asunto La Tercera, el matutino de mayor circulación y El Sur, de la ciudad de Concepción, que es el diario más antiguo y prestigioso del interior, o de provincias, como se dice en Chile. Durante el fin de semana siguiente, la rabieta de la Cancillería argentina y las primeras disculpas del mandatario uruguayo compitieron en importancia con los preparativos para las elecciones venezolanas y hasta hubo caricaturas. En El Mercurio, el dibujante Jimmy Scott, que ha registrado blanco y negro varias décadas de la historia política nacional e internacional, puso a una Cristina de riguroso negro y cara de amargada dando la espalda a Mujica, que sacándole la lengua decía: “¿Qué le hace una mancha más al tigre?” La definición de Néstor Kirchner como difícil y “baboso”, expresión ésta que los medios tradujeron al habla chilena como presuntuoso, llenó más columnas hasta el lunes 8, y de allí en adelante los capítulos de esta pelea familiar rioplatense han continuado siendo publicados en detalle.
No hay dudas de que los dichos del primer mandatario uruguayo merecen el premio al mal paso diplomático, pero la gran cobertura que han recibido en Chile y la rapidez con que circularon en todos los sectores sociales tienen probablemente más relación con el gran rechazo que despierta en una buena parte de los chilenos el gobierno de los Kirchner. Rivalidades históricas aparte, los ocupantes de la Casa Rosada desde 2003 han hecho muchos esfuerzos para no hacerse querer a este lado de los Andes. Como gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner se embanderó con un nacionalismo bastante primitivo, para complicar la búsqueda de soluciones definitivas para los numerosos diferendos fronterizos, iniciada por la presidencia de Carlos Menem. Fueron esas gestiones de Menem las que completaron el proceso de construcción de relaciones de confianza que había iniciado el presidente Raúl Alfonsín, al promover la aprobación en un plebiscito del tratado que dio a Chile la soberanía de varias islas del extremo sur, por las que las dictaduras de Pinochet y Videla estuvieron a punto de ir a la guerra en 1978. Una consecuencia de ese acercamiento diplomático fue la construcción de varios gasoductos, para suministrar gas argentino al territorio chileno, lo que benefició no solamente a la industria de este país, sino a todos los hogares y al medio ambiente, con un combustible más barato y menos contaminante, destinado fundamentalmente a la producción de electricidad.
La “amistad del gas” funcionó bien entre 1997, cuando comenzaron a funcionar los gasoductos, y 2003, el año de la llegada de los Kirchner al poder. Para mantener la ilusión entre los argentinos de la energía barata, Néstor Kirchner redujo al mínimo las ganancias de las empresas, que quedaron con un muy escaso margen para explotar nuevos yacimientos de gas. Con menos disponibilidad del combustible, y para no arriesgar su capital político doméstico, ordenó reducir el suministro a Chile. Las primeras quejas chilenas fueron respondidas con solemnes garantías que no se cortaría el gas y que no habría cambio de precios; dos mentiras que para 1999 ya no creía nadie, porque los cortes llegaban al 98% del suministro. Consecuencias hoy para todos los chilenos: un aumento de las tarifas de la electricidad de alrededor del 300% desde 1997, la inversión de 400 millones de dólares en una planta regasificadora para importar gas licuado por barco desde países confiables, y el aumento de la contaminación ambiental por el petróleo y el carbón que deben emplear las termoeléctricas que antes usaban gas.
El cambio caprichoso de las reglas comerciales por parte de Buenos Aires, sobre todo a partir del encumbramiento del Secretario de Comercio Guillermo Moreno, también está hartando a los chilenos y hace unos días los agricultores protestaron, con bloqueos de caminos y todo, porque Argentina hace una competencia desleal al vender a Chile maíz, que aquí se destina en grandes cantidades al alimento de los pollos de criadero, con un precio artificialmente bajo a causa de los enormes subsidios. En un ámbito más técnico pero no con menos repercusiones, el gobierno de la Señora K canceló unilateralmente un tratado de doble tributación, que simplificaba el régimen impositivo para empresas o individuos chilenos con inversiones en Argentina y viceversa. Por otra parte, la diferencia de cotización entre el dólar oficial y el “blue”, se ha convertido en una estafa legalizada para los turistas chilenos que visitan Argentina. A los ciudadanos de un país donde se acostumbra a respetar las leyes y lo oficial es garantía de confiabilidad y estabilidad, no les resulta fácil recurrir al cambio por debajo del mostrador o internarse en las “cuevas” de cambio clandestino que pueblan el centro de la capital bonaerense.
Tito Matamala, un escritor importante de las generaciones jóvenes chilenas, criticó en su columna del diario El Sur la imagen y comportamientos públicos de Mujica, que en su opinión configuran más una pose política que una forma de ser genuina, pero en cuanto al fondo de lo expresado sobre Cristina Kirchner, afirmó: “Se lo firmo dos veces, señor presidente, y ante cualquier consulta... podría agregar más elementos probatorios de que nuestros vecinos están supeditados a una señora loca, mesiánica e ignorante a la pala. Vale, por eso los trasandinos están como están”.


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