Paysandú, Miércoles 17 de Abril de 2013
Opinion | 12 Abr En una de sus últimas visitas a nuestro país el contador Enrique Iglesias, secretario general iberoamericano y expresidente del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) formuló un análisis de la realidad mundial y de nuestro subcontinente, tanto en lo que refiere al escenario actual como a comparaciones con políticas que en otras décadas se han aplicado en la región, con un saldo favorable para la evolución que se ha registrado en América Latina.
Al evaluar el momento de bonanza que vive Latinoamérica insistió en la importancia de lograr una mayor integración “para hacer de eso un punto de apoyo, como lo hacen los chinos y como lo está haciendo todo el mundo”. Acerca de la evolución de la crisis económico - financiera internacional, manifestó que la hipótesis más probable indica que los países centrales ingresarán en un escenario de vaivenes dentro de un nivel muy acotado, al punto de señalar que “el crecimiento en el norte va a ser bajo por un largo tiempo. Y eso va a estar acompañado por un fenómeno de impacto social grave, que es el desempleo”, acotó.
Iglesias entiende que América Latina, pero sobre todo el Cono Sur, ha estado viviendo un período muy favorable que debería aprovechar no solo para mejorar su presente, sino sobre todo para establecer blindajes para prevenir los avatares que lo han afectado dramáticamente en otras circunstancias, lo que podría resumirse en adoptar políticas contracíclicas que reduzcan vulnerabilidades, en una receta a la que no escapa ningún país de la región.
Más recientemente, desde un seminario en Brasil, el secretario general iberoamericano reafirmó que hoy en general América Latina está mejor administrada, a la vez de destacar la lucha contra la pobreza, pero a la vez advirtió que “muchos de los que salieron de la pobreza están en el límite y pueden volver” a la misma situación.
Por lo tanto, se infiere que apunta a superar cierta euforia positivista y aprovechar el momento para consolidar cambios sociales experimentados en los últimos años. Precisamente lo que el experto internacional reclama es que se den pasos para la sustentabilidad de estas políticas, de forma de generar condiciones para reafirmar la situación a mediano y largo plazo, que es el mayor desafío que se presenta actualmente.
Según Iglesias, en Sudamérica “después de muchos golpes hemos aprendido a manejar mejor la economía, a manejar bien las políticas cambiarias, monetarias, fiscales. Eso nos dio una apoyatura en la realidad económica que aquí es fundamental. Un segundo elemento que nos apoyó mucho es que la banca se portó bien, no incurrió en los excesos de las bancas del norte, se financió con recursos domésticos, no anduvo pidiendo plata por ahí para financiarse con recursos de fuera y cometer los errores que cometieron los americanos y los europeos”.
Estos elementos, que hemos manejado en muchas oportunidades en esta columna de opinión, dan la pauta de que aunque relativamente la región ha aprendido, a fuerza de golpes, de los errores del pasado, todavía hay fuerte inclinación a ceder a la tentación de expandir el gasto cuando aumentan los ingresos. En el caso de nuestro país, además, ha incorporado compromisos rígidos por el Estado a través de dotaciones presupuestales del gobierno, que pueden atenderse en épocas de bonanza, pero que son la condena inevitable a sufrir una crisis cuando cambia la tendencia económica extern.
En este contexto debemos evaluar por ejemplo que en la primera quincena de este mes el Instituto Nacional de Estadística (INE) divulgó que en 2012 unos 42.000 uruguayos salieron de la pobreza respecto al año anterior; pero lo que no se indica es de qué forma se hizo, cómo se obtienen los ingresos por quienes han tenido este cambio en la estadística. Es que el aspecto fundamental a tener en cuenta es si ello se debe a las transferencias que sigue haciendo el Estado a través de los planes de asistencia del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), o a que estos grupos postergados han encontrado su propia vía de sustento para salir de la marginación y la pobreza, apuntando a la inserción social.
Si la situación que se da es esta última, podría considerarse que efectivamente se ha hecho algo contundente para que los sectores sociales comprometidos estén en condiciones de mantenerse sin peligro inminente de retornar al nivel de pobreza. Pero si como todo indica, se trata de un dato estadístico basado solo en las transferencias de dinero que sale del bolsillo de todos los uruguayos, estas políticas van a servir solo para consolidar la cultura del ocio y de la dependencia de la asistencia del Estado, que no es otra cosa que un engaño que va a caer por su propia inviabilidad tan pronto se den situaciones desfavorables en la economía que obliguen a “cortar el chorro” de recursos.
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