Paysandú, Viernes 19 de Abril de 2013

La confrontación no cesa en Venezuela

Opinion | 17 Abr Con un resultado todavía discutido por la oposición, que ha pedido el recuento de las papeletas depositadas en las urnas tras el conteo electrónico de los votos, es evidente que la ajustada diferencia en el resultado de las elecciones presidenciales del domingo en Venezuela confirma que hay un antes y un después del proceso tras la muerte del ex presidente Hugo Chávez, como es además norma en los regímenes que se han sostenido en caudillos, aún teñidos de fuerte impronta ideológica como la que pretendió imponer el desaparecido mandatario.
Como primer aspecto el resultado primario a la vista indica que el oficialismo chavista, representado por el delfín Nicolás Maduro, hasta ahora presidente electo, perdió casi el cinco por ciento de los votos, que a la vez ha ganado la oposición, para prácticamente empatar el resultado final.
Por lo pronto, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela dio como resultados oficiales e “irreversibles” el triunfo oficialista de Nicolás Maduro por poco más de 230 mil votos (1,59%), lo que significa una pérdida de 700 mil votos y 4,41 puntos porcentuales, en comparación con la elección presidencial de octubre de 2012, en la que había sido reelecto el difunto presidente Hugo Chávez.
A la vez, cifras muy similares de votos y de puntos porcentuales se incrementaron en filas del opositor Henrique Capriles, quien denunció irregularidades, desconoció el triunfo de su contrincante y pidió un recuento de votos con la convicción de que su fuerza política venció el domingo por escaso margen.
Es difícil sustraerse a la tentación de explicar que lo sucedido ha sido un liso y llano trasiego de votos del oficialismo hacia la oposición, porque los procesos electorales y el comportamiento popular son mucho más complejos que lo que pueden indicar los números a simple vista, pero lo que sí aparece como insoslayable e indiscutible es que hay un alto grado de desilusión en el electorado chavista por las actitudes de Maduro --pese al favorable efecto Chávez-- quien llegó a decir que el difunto mandatario se le apareció en forma de “pajarico” para apoyarlo.
Es cierto, siempre pueden ocurrir cosas peores, y por lo menos el verborrágico Chávez tenía su propio carisma ante amplios sectores del pueblo venezolano, mientras Maduro ha querido imitarlo con una postura aún más confrontativa hacia los opositores, sin la convicción y confianza que transmitía el líder hacia sus seguidores, por supuesto.
La analista venezolana María Teresa Romero explicó a El Observador que “seguramente haya votantes de Chávez (en octubre) que el domingo se inclinaron por Capriles”, pero también “es notorio que la oposición tuvo un nivel muy superior de participación”, al captar una porción importante de aquellos que en las elecciones anteriores formaron parte del grupo de quienes se abstuvieron.
En filas de la oposición aseguraron que desde hace varias elecciones se están captando votos que antes eran oficialistas y Capriles habló de alrededor de un millón de sufragios.
El resultado también ha impactado en el gobierno, desde que se anunció por algunos referentes que es momento de una autocrítica en función de la pérdida de apoyo popular. El presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento venezolano) y vicepresidente primero del partido del chavismo, Diosdado Cabello, admitió que los resultados los obligan a una “profunda autocrítica”, y entendió que “es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre”.
En ese sentido, agregó: “Busquemos nuestras fallas hasta debajo de las piedras pero no podemos poner en peligro a la patria ni el legado de nuestro comandante”.
Asimismo, quien fue compañero de armas de Chávez agradeció a quienes “le cumplieron” al expresidente y lamentó que “otros se dejaron seducir por la derecha perversa”.
Lamentablemente, estas posturas extremistas, las referencia a la “derecha perversa” y “burguesa” --la mitad de los votantes venezolanos pertenecerían a esta oligarquía--, como señalan los chavistas, indican que la intolerancia sigue primando en la política venezolana, sobre todo en el oficialismo golpeado en la última elección, y que mientras subsisten los graves problemas que sufre la economía venezolana, pese a los cuantiosos ingresos por la factura petrolera, con una infraestructura productiva prácticamente inexistente. Mientras, el sistema político está en otra cosa, en los reproches, en el intercambio de acusaciones, en pasar facturas y costos políticos sin generar acuerdos para las respuestas que necesita imperiosamente el país caribeño, con y sin Chávez, quien lamentablemente también había apostado a dividir el país entre buenos y malos.


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