Paysandú, Sábado 20 de Abril de 2013
Opinion | 14 Abr La privatización de los moteles municipales en termas de Guaviyú, que es casi un hecho dada la cantidad de interesados que se presentaron a la licitación, pone varias cosas en el tapete de la discusión pública.
Una de ellas es que Uruguay, y particularmente la zona termal que nos interesa, está siendo visto de otra manera por los operadores privados. Por un lado, el mejor estatus económico de la población ha determinado que el turismo interno se haya multiplicado sensiblemente en casi todos los centros turísticos. Influye también un cambio en las costumbres uruguayas, ya que el salario vacacional y la licencia no necesariamente se guardan para pintar la casa o cubrir otras necesidades, sino que se gastan en lo que corresponde al trabajador: el disfrute de su licencia, y generalmente con la familia.
Con esta bonanza de la economía turística, cabría esperar que la oferta de infraestructura se vea afirmada, y que también aparezcan otras nuevas que puedan cubrir una demanda creciente.
Sin embargo, este paso en Guaviyú se da con los ya construidos, establecidos e insuficientes moteles de la Intendencia. Con una ocupación media del 80%, se supondría que deberían ser lo bastante rentables como para que significaran no solo un servicio municipal, sino una fuente real de recursos no impositivos para la comuna. Si un privado está dispuesto a pagar un arrendamiento de hasta 32.000 dólares mensuales para explotar los moteles (la intendencia puso como base U$S 25.000), obviamente sabe que va a ganar más que eso. No es que esté mal la intervención privada en todos y cada uno de los emprendimientos que haya en el país. Es que no se supone lógico desprenderse de algo que puede rendir muchos miles de dólares más a las arcas públicas.
Claro, excepto entendiendo el pesado y caro aparato del Estado, incluyendo el departamental, que puede hacer que un negocio rentable se convierta en un --con suerte-- empate entre ingresos y egresos. La intervención con inversión pública en ese tipo de emprendimientos hoy en día ya no es lógica, pero tampoco sería lógico cederla a terceros para que exploten un patrimonio público existente.
Lamentablemente, es el recurso que queda cuando no se toma real conciencia, tanto desde el poder público como de los trabajadores públicos, que debería alcanzarse un nivel de aptitud para que lo que ya está generando recursos genuinos en manos del Estado, se mantenga. No solo por tener un patrimonio --que igual se mantiene-- sino porque eso podría determinar el entusiasmo del capital privado en crear nuevas alternativas, construir nuevos moteles y hacer crecer la oferta turística de termas de Guaviyú que hace tiempo no recibe inversión privada de magnitud.
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