Paysandú, Domingo 21 de Abril de 2013
Opinion | 15 Abr Cuando se lanzó la hasta ahora fallida pero recientemente reactivada iniciativa de legalización de la marihuana, que nació como una improvisada “genialidad” de integrantes del gobierno que han intentado explicar por una y mil formas y retorsiones los motivos y objetivos de la idea de harto difícil instrumentación, profesionales vinculados a la problemática --que no fueron consultados para lanzar la idea-- han sido sumamente críticos y aportado su conocimiento y experiencia profesional para fundamentar sus cuestionamientos.
La Sociedad de Psiquiatría opinó que es “desaconsejable” la legalización de la marihuana y cuestiona que el Estado envíe señales que confundan a la ciudadanía sobre sus efectos, que pueden llegar a ser “nocivos para la salud pública”. La Sociedad de Psiquiatría del Uruguay y la Sociedad Uruguaya de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia no fueron consultadas por los técnicos del gobierno que elaboraron el proyecto de legalización de la marihuana.
Los psiquiatras concluyen que desde el punto de vista médico es “desaconsejable toda acción que facilite el uso de cannabis” y además plantean que si desde el Estado se dan “señales” de que su utilización es “inocua o aun positiva”, se “aumenta el riesgo de efectos nocivos para la salud pública”.
Para argumentar su posición, los especialistas destacan que el consumo de marihuana tiene “efectos adversos”. Así, la intoxicación aguda (efecto buscado por los consumidores debido a la sensación de bienestar, euforia y distorsión de la percepción) “produce alteraciones a nivel del estado del ánimo, la atención, la concentración, la memoria, la ubicación en el tiempo y la coordinación motora que persiste entre 8 a 12 horas”, detallan en su informe y agregaron que esto puede derivar en un aumento del riesgo de accidente de tránsito u otros siniestros.
A la vez advirtieron que cuando el consumo es frecuente, intenso y crónico, puede generar un “síndrome amotivacional con apatía, desinterés, indiferencia, disfunción de las capacidades cognitivas (atención, memoria, procesamiento de la información, razonamiento), afectación de reflejos, actividad motora y coordinación.
Ello incluye alteraciones emocionales, cansancio y aumento de peso. Se deterioran las actividades interpersonales, sociales, el desempeño escolar, laboral, atlético, etcétera. La marihuana también puede inducir episodios psicóticos agudos: experiencias e ideas delirantes, alucinaciones, además de ser un factor de riesgo para la esquizofrenia.
Los especialistas reclamaron que para una “adecuada evaluación” del proyecto es necesario que quienes lo patrocinan y tienen a su cargo decidir se basen en “criterios científicos” y no en “suposiciones, corazonadas, ideologías o conveniencias”.
La reactivación del proyecto, con determinadas modificaciones que no cuentan tampoco con unanimidad dentro de la fuerza de gobierno, ha corregido algunos aspectos pero mantiene la esencia de la legalización, apoyada en la promoción del autocultivo y supuesto control a cargo del Estado, lo que por cierto ya parte de una posibilidad harto dudosa, teniendo en cuenta que la burocracia estatal ha dado sobradas muestras de no tener siquiera la capacidad de controlar la aplicación de normas elementales en la gran mayoría de las áreas. Es el caso de la venta de alcohol a menores --que rompe los ojos-- y poco y nada positivo puede esperarse en cuanto a sus posibilidades de hacer cumplir las normas que intentan regular el consumo de la droga supuestamente “blanda”.
En las últimas horas, según indica El País, las cátedras de Oncología y Toxicología advirtieron además que fumar cigarrillos de marihuana aumenta el riesgo de padecer cáncer, en tanto señalaron que conducir bajo los efectos de la droga incrementa al doble la posibilidad de sufrir accidentes de tránsito.
Salvo en lo que respecta al cáncer, que requiere estudios muy concienzudos para relacionarlo con la droga de referencia y por lo tanto solo los especialistas cuentan con elementos para pronunciarse, es de sentido común que un alcaloide que lleva al delirio y a la enajenación, es lo último recomendable para conducir un vehículo o desarrollar alguna otra actividad que exija concentración y responsabilidad.
Por lo demás, al insistir con un planteo que es rechazado de plano por las dos terceras partes de la población, pese a que el presidente José Mujica dijo que lo retiraría si no cuenta con el respaldo de la población, da cuenta de una tozudez manifiesta y del intento de persistir en la “genialidad” donde otros países han fracasado.
Así, se descartan las consecuencias por ejemplo del mensaje que significa para los jóvenes, que infieren que es inocua, y hasta beneficiosa, cuando hay consenso en cuanto a que no tiene nada de “blanda” y que es perjudicial y crea dependencia, especialmente entre los jóvenes, a quienes se debería concientizar específicamente sobre los perjuicios de cualquier droga, en lugar de facilitarles el acceso y enviarles señales de que no hay nada de qué preocuparse.
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