Paysandú, Miércoles 24 de Abril de 2013
Opinion | 24 Abr El domingo pasado, por una mayoría significativa, el candidato del Partido Colorado Horacio Cartes ganó las elecciones convocadas en Paraguay, desalojando así del poder al agrupamiento del Partido Liberal e izquierdas que llevó al gobierno al ex obispo Fernando Lugo en 2008, lo que marcó un hito en la historia de ese país.
El Partido Colorado paraguayo ha sido prácticamente desde siempre el partido del poder en la nación guaraní. Es considerado conservador y ligado a la dictadura –que duró décadas-- del general Alfredo Stroessner, y precisamente el presidente electo responde a la línea histórica de este partido, es multimillonario e incluso en su momento estuvo en la cárcel acusado de vinculaciones con el lavado del dinero.
Es decir, una historia bien paraguaya, con elecciones celebradas a lo Paraguay, donde hubo nuevamente denuncias de compras de votos, en un proceso similar al fin de cuentas al que llevó al poder a Lugo, destituido por el Parlamento al ponerse en marcha el proceso habilitado a esos fines por la Constitución paraguaya.
El punto es que tras la destitución legal de Lugo, afín a los gobiernos izquierdistas de la región, los presidentes del Mercosur aprovecharon la ocasión para “suspender” a Paraguay del acuerdo regional, y por esa vía dar entrada por la puerta de atrás a Venezuela al Mercosur, teniendo en cuenta que el Parlamento paraguayo sistemáticamente había rechazado el ingreso de la nación bolivariana, y por lo tanto no se cumplía con los estatutos del acuerdo regional, que señalan que el ingreso de todo socio debe ser avalado por los parlamentos de los estados miembros.
El argumento era que se había desalojado del poder a Lugo por la vía de un golpe de Estado, lo que es notoriamente una falsedad, desde que la Constitución guaraní prevé este mecanismo de destitución. Pero como señalara el presidente José Mujica la decisión del Mercosur hizo primar lo político por sobre lo jurídico, es decir que lisa y llanamente se llevó por delante las normas que rigen el acuerdo para que entrara de una vez por todas Venezuela.
Paraguay procesó el domingo sus problemas políticos pacíficamente y ni se acordó de Fernando Lugo, que es un desaparecido políticamente porque el pueblo paraguayo así lo quiere, a la vez de arrasar con los partidos de izquierda que lo llevaron a la presidencia 2008. Hubo borrón y cuenta nueva porque el único que tiene la potestad de hacerlo, que es el voto popular, así lo decidió.
Mientras tanto en el Mercosur, “como te digo una cosa te digo la otra”, al decir de Mujica, los presidentes de Uruguay, Brasil y Argentina dieron un cordial saludo al nuevo presidente paraguayo, como debe ser, y consideraron que Paraguay debe ser aceptado nuevamente en el bloque tras la suspensión arbitraria que se le había impuesto.
La postura de los mandatarios revela que una vez logrados sus designios de dejar a Paraguay al margen, con su Parlamento incluido, naturalmente, para imponer su voluntad pasando por encima la legalidad –que era ingresar a Venezuela al Mercado Común--, el mayor problema estaba superado, y que Paraguay es nuevamente bienvenido en el bloque regional, como si aquí no hubiera pasado nada.
Para nada traen a colación que a través de estas decisiones a contramano del derecho internacional, los regímenes afines ideológicamente desconocieron la voluntad del parlamento paraguayo, y que ahora mantienen de hecho un bloque ampliado, sin el consentimiento del socio que suspendieron ex profeso.
Y para que no haya ninguna duda de los motivos que llevaron a que Paraguay fuera suspendido ilegítimamente, el ministro de Relaciones Exteriores de nuestro país, Luis Almagro, sostuvo que “una marcha atrás con Venezuela en el bloque no es posible, es imposible, es impensable”, y acotó que “para nosotros es el paso que queríamos que Paraguay diera. Esperamos retomar un diálogo pronto”.
Es decir que inequívocamente se aplicará la ley de los hechos consumados, porque “la plata no se devuelve” (bienvenido petróleo venezolano) y quedará consagrada la ilegalidad por la decisión política de gobiernos afines de que Venezuela debía entrar de cualquier manera al Mercosur, para cumplir con el ahora difunto ex presidente Hugo Chávez. Así es como nos hemos vendido al vil precio de la necesidad, para asegurarnos la provisión de petróleo barato que a la postre no lo fue tanto.
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