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Paysandú, Domingo 28 de Abril de 2013

ESCRIBE EL DR. RODOLFO CANABAL

En torno al golpe del año 1933 y reforma posterior

Locales | 23 Abr El semanario Búsqueda, en su edición del reciente 18 de abril, inserta amplia información sobre el episodio del 31 de marzo de 1933, cuando el entonces presidente Dr. Gabriel Terra disolvió las cámaras legislativas y el Consejo Nacional de Administración, que ejercía parte de las funciones del Poder Ejecutivo. Al margen de la ilegitimidad de tal “Golpe de Estado”, uno de los motivos que al respecto incidieron fue la forma en que la Constitución de 1918 había organizado el Poder Ejecutivo, con dos órganos que ejercían cada uno parte de las respectivas funciones, pues el Presidente de la República tenía a su cargo los ministerios del Interior, de Defensa y de Relaciones Exteriores, y todas las demás funciones del Ejecutivo estaban a cargo del precitado Consejo Nacional de Administración; ello fue consecuencia de la insistencia del sector batllista en la precitada constituyente por implantar un ejecutivo colegiado, a lo que se llegó al aceptar el Partido Nacional tal división de las funciones entre los dos órganos ejecutivos que la Carta creó.
Tal división fue una fuente de disidencias entre los respectivos sectores políticos que culminaron en los sucesos del 31 de marzo, día en que el expresidente Baltasar Brum se quitó la vida al conocer la caída del régimen constitucional.
Es oportuno expresar que el Dr. Terra, electo presidente en las elecciones del año 1930, había sido, según reiteradamente se afirmó entonces, resistido para ocupar ese cargo por el líder colorado José Batlle y Ordóñez, pero fallecido dicho líder en 1929 no tuvo trabas que impidieran su candidatura. De ello quien escribe obviamente no tiene pruebas, pero sí afirma que era algo que reiteradamente trascendía públicamente.
A poco de iniciada tal etapa, el gobierno de facto organizó, el 25 de junio de 1933, elecciones para integrar una Asamblea Nacional Constituyente, la cual aprobó un proyecto que fue sometido al respectivo plebiscito, que lo aprobó hacia abril de 1934. Fue desde entonces conocido su texto como Constitución de 1934.
Al margen de disidencias de índole político, es leal señalar que muchos de quienes integraron la Constituyente eran ciudadanos con excelente preparación jurídica y política, y que en muchas de sus disposiciones las fórmulas aprobadas fueron excelentes y aún subsisten después de reformas ulteriores. Pero, lamentablemente, también insertó, sin duda por gravitación presidencial, normas improcedentes, como, verbigracia, el llamado “senado de medio y medio”, integrado por quince de la lista más votada del lema mayoritario y quince de la más votada del lema que siguiera en número de votos.
El régimen que dirigió el Dr. Tierra tuvo dos períodos diferentes: el primero, hasta que terminaron el 31 de diciembre de 1935 las medidas de seguridad adoptadas con motivo del levantamiento armado de enero de 1935. En dicho primer período hubo torturas, asesinatos, prisiones indebidas y también destituciones de profesores no obstante depender de entes autónomos; y el siguiente, que comenzó en 1936, en el cual se permitió que las actividades en general se cumplieran con normalidad, sin los excesos graves del lapso precedente.
En marzo de 1938 se realizaron las elecciones para un nuevo período de gobierno, en las cuales se abstuvieron de intervenir el sector batllista del Partido Colorado y el llamado Partido Nacional Independiente, del Partido Nacional. Fue electo presidente de la República el General Arquitecto Alfredo Baldomir, que estaba emparentado con el Dr. Terra y había sido, por lo menos a partir de 1933, su Jefe de Policía. No obstante tan desfavorable antecedente, desde el comienzo de su mandato hizo público, el 19 de junio siguiente, su acuerdo para que la Constitución fuera reformada. Dijo más o menos lo siguiente en su discurso de ese día: “la reforma de la Constitución se debe hacer, sin dilaciones, pero sin precipitaciones”.
Al respecto lo que más dificultaba acordar un nuevo texto era, sin duda, el senado “de medio y medio”, y el temor del Pte. Baldomir acerca de que una posible reforma no lograra reunir los votos requeridos para su ratificación plebiscitaria dada tal oposición lo indujeron, en fecha que quien escribe no recuerda con precisión, a dar un golpe de estado para poder reformar las exigencias vigentes de modo que se facilitara tal ratificación futura. Los hechos demostraron que tal golpe de estado (que algunos, críticamente, lo mencionaban como el golpe “bueno”) no hubiera sido necesario.
El proyecto de reforma constitucional que elaboraron compatriotas de diferentes partidos que merecían respeto por sus ejecutorias, fue sometido a ratificación por vía de plebiscito en las elecciones del año 1942, en las cuales, además de haber sido electo presidente de la República el Dr. Juan José Amézaga, se eligió a los integrantes de las cámaras legislativas.
Tal carta, que fue conocida como “Constitución de 1942”, fue considerada una excelente Constitución, y fue modificada años después para instaurar un ejecutivo colegiado, que fue realidad hasta que en 1966 se reformara y plebiscitara una nueva Constitución.
Tales algunos datos que se entiende oportuno y conveniente insertar sobre esa parte del proceso político y constitucional del país.


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