Paysandú, Martes 30 de Abril de 2013

No es por “miedo” a la integración

Opinion | 26 Abr Es notorio que pese a que públicamente tanto la Administración Vázquez como la actual del presidente José Mujica han reafirmado su visión de que hay que apostar a “más y mejor Mercosur”, por lo bajo, primero, pero luego ya con declaraciones a los medios periodísticos, voceros del gobierno han manifestado fuerte desencanto, como así también naturalmente los protagonistas privados, respecto a la marcha del Mercosur, donde la integración brilla por su ausencia y hay un marcado bilateralismo de los dos grandes socios, Brasil y Argentina.
En las últimas horas el mandatario uruguayo habló ante un foro integrado por empresarios uruguayos y brasileños sobre la situación actual del acuerdo regional, y entre otros aspectos dijo que “tenemos que dar el ejemplo en un Mercosur estancado, que tiene miedo a la integración” y propuso “jugar en serio y dejarnos de andar persiguiendo entre nosotros paquetes de manteca y autitos”.
A su juicio “Uruguay no tiene por qué ser un país tapón, sino ser un país puente” y reveló que nuestro país apunta a que se construya “un sistema de empresas transnacionales latinoamericanas”, y que deberá “capitanear la burguesía brasileña, pero no con la finalidad de colonizar sino apuntando a conseguir socios”.
Mujica entiende que el Mercosur “está trancado” y que “fue nuestro intento, por eso vamos a hacer un experimento para demostrarle al resto de Latinoamérica que hay integración verdadera y penetrante de beneficios mutuos con la vía del ejemplo y no del discurso”.
Hablando ante la Cámara Uruguayo - Brasileña el mandatario también consideró la importancia de construir “un proceso complementario al Mercosur de integración, ganando confianza y para autodemostrarnos que es posible un espíritu de cooperación, y no para vivir de limosna ni subordinados, sino construyendo convivencia mutua para que Argentina y el resto de los países de la región agarren coraje, porque el principal mercado está en los necesitados de nuestro continente”.
Mencionó también que no sabe si terminó “el viento de cola” y reafirmó su apelación a que los empresarios sigan apostando al Mercosur como instrumento para el crecimiento de la región.
Por lo pronto, Mujica parece pecar de cierta ingenuidad al poner en manos de Brasil el liderazgo absoluto del acuerdo regional por derecho propio, por el tamaño de su economía, diciendo que el proceso deberá ser capitaneado por la “burguesía brasileña”. Además que de hecho lo que él pregona ya es una realidad –la industria trasnacional brasileña ya “copó” América Latina hace rato, sin pedirle la opinión a Mujica, e incluso en Uruguay es propietaria de la mayor parte de los frigoríficos y las arroceras—, además parece desconocer la historia de nuestros hermanos del norte, país que siempre ha jugado para sí y en base a intereses propios. Incluso el Mercosur fue sólo una plataforma de lanzamiento para sus productos, sobre todos los procesados y los industriales. Para asegurarse de eso promovió un arancel externo común lo más alto posible de forma de inundarnos con su producción impedir la entrada de los productos más competitivos de la extrarregión.
Y si bien es una verdad indiscutible de que debe apostarse a la integración, a la complementación, a un intercambio lo más libre posible en la región, no puede obviarse que los gobiernos de los socios se han movido no solo en base a procesar intereses comunes y potenciar el intercambio de bienes y servicios, sino que han utilizado el Mercosur como un foro para hacer política e ideología, y ese es el punto que no ha puesto sobre la mesa el mandatario.
Un ejemplo cercano es el de haber hecho entrar por la ventana a Venezuela y suspender al Paraguay argumentando la falacia de que hubo un golpe de Estado parlamentario para destituir al expresidente Fernando Lugo, porque precisamente el Parlamento paraguayo impedía el ingreso de Chávez al acuerdo.
Ahora, una vez consumado este objetivo, de integrar a Venezuela por fuera de lo que establecen las normas, privilegiando lo político por sobre lo jurídico, el mandatario uruguayo apela a potenciar el Mercosur por la vía de la integración y la complementación, como si acá no hubiera pasado nada.
Es que esta postura debió tenerse desde siempre, en lugar de buscar un ámbito de proyección político-ideológico, dejando de lado los intereses inherentes al intercambio comercial, desde que esta apelación del jefe de Estado uruguayo, si bien es de recibo, no da seguridades de que mañana se seguirá por este derrotero y no se adoptarán decisiones de facto como la que mencionamos, anteponiendo la ideología a la integración y a la esencia del Mercosur.


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