Paysandú, Martes 30 de Abril de 2013
Opinion | 27 Abr Es indudable que desde la Administración Vázquez, pero acentuada a partir de la asunción de la Administración Mujica, coexisten dos visiones dentro del gobierno, que por un lado corresponden a una concepción pragmática y más de centroizquierda que es representada por el sector del vicepresidente de la República, Cr. Danilo Astori, y una visión ubicada mucho más a la izquierda, que tiene varios referentes, pero que integran grupos como el MPP y el Partido Comunista, así como otros grupos menores, que tienen como referencia las premisas y las banderas de las reivindicaciones de la década de 1960, con eje además en la revolución cubana.
Tanto en el caso de Vázquez como en el de Mujica, la conducción de la economía ha sido confiada al astorismo, al punto que en la administración anterior el actual vicepresidente fue ministro de Economía y Finanzas, y hoy uno de sus delfines, el economista Fernando Lorenzo, es quien desempeña este cargo junto a otros integrantes de su elenco y escuela económica, por así calificarlo.
Pero naturalmente, a partir del gobierno anterior que prometió “hacer temblar las raíces de los árboles”, amplios sectores de izquierda han comprobado que no se han materializado muchos de los cambios que se habían manejado como imprescindibles en la campaña electoral, simplemente porque una cosa es proclamar cambios desde la oposición, donde no hay responsabilidades, y otra muy distinta es hacerlo desde la conducción del gobierno, cuando la realidad condiciona y debe pasarse de los eslóganes a las acciones. Porque toda medida que se tome afecta intereses de un lado y de otro, todos legítimos, mientras que los recursos son finitos y hay un límite para incorporar impuestos y gastar, por más voluntarismo que se tenga.
Ambos gobiernos de la coalición de izquierdas se han desarrollado con una coyuntura internacional extraordinariamente favorable para nuestro país, lo que ha repercutido en una mejora en la recaudación y disponibilidad de recursos por sobre cualquier previsión. Este escenario ha sido positivo para el gobierno y para el país, y ello ha ayudado a la vez a que se contara con recursos para encarar políticas sociales que han sido instrumentadas fundamentalmente a través del Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
Pero para los sectores de la izquierda tradicional todavía ha habido “poca izquierda”, y en este grupo se ubica el actual titular del citado ministerio, economista Daniel Olesker, quien recientemente reclamó una vuelta de tuerca en la conducción económica y sentenció que “el modelo está agotado”.
Es decir que lejos de aquietarse las aguas, la interna del gobierno sigue agitada como consecuencia de acusaciones cruzadas entre algunos ministros que defienden el modelo económico y otros que, --paradójicamente en sintonía con entorno del presidente Mujica--, exigen un “giro a la izquierda” y fustigan al titular del MEF, Fernando Lorenzo.
En un encuentro del Frente Líber Seregni (Asamblea Uruguay, Nuevo Espacio y Alianza Progresista) el vicepresidente Danilo Astori contestó los cuestionamientos del ministro Daniel Olesker a la política económica. “En tiendas cercanas nos dicen que estamos planteando un modelo agotado que no está teniendo resultados y que ha promovido la primarización de la economía, afirmación que nos llena de sorpresa”. Astori subrayó que “el modelo económico no está agotado”, como sostuvo Olesker en un documento presentado el 13 de abril al Comité Central del Partido Socialista con definiciones de política económica y propuestas de aumento de impuestos. “Es evidente que el modelo de crecimiento con fuerte dosis de primarización y cuyo eje redistributivo se ubica en el gasto social, tiende a agotarse y se requiere enfocar la redistribución de la riqueza en una perspectiva integral”, había opinado el ministro en el documento.
Astori aseguró que “no es verdad que el modelo está agotado. En primer lugar porque lo nuestro no es un modelo, el modelo es una cosa cerrada que se aplica con recetas preconcebidas, lo nuestro es la aplicación de un programa de gobierno”.
“Se nos dice que ese modelo agotado procura la primarización de la economía y es exactamente al revés, el agro está demostrando que la primarización de la economía está disminuyendo”, aseguró el vicepresidente.
Astori reafirmó que también “se dice que se usa solo el gasto público social como elemento de redistribución y tampoco es verdad, porque la distribución ha operado en función de otros instrumentos”.
Debe reconocerse que más allá de la concepción ortodoxa de Olesker, la realidad indica que seguimos dependiendo en extremo de los productos primarios, y que hay escaso valor agregado a la producción nacional, porque en el Uruguay el trabajo es caro y seguimos exportando materia prima para ser procesada en países donde se trabaja con otra escala y tecnología, por lo que agregar proceso es una materia pendiente.
El punto es que el reclamo de los sectores sesentistas se orienta a más intervención del Estado en la redistribución, a la estatización (como recrear el Frigorífico Nacional) y políticas voluntaristas, lo que sería nefasto para un país que necesita productividad, eficiencia, inversión y abatir los costos de producir bienes y servicios a favor de la calidad de vida de la población y la competitividad. Y mientras por ahora Astori mantiene el control de la economía del país, valiéndose de los supuestos éxitos del modelo o plan de gobierno que impulsa, ciertamente le será bastante más difícil enfrentarse a la izquierda más radical si continúa deteriorándose el crecimiento del país, aunque –ahora sí lo reconocerán—sea por causas externas.
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