Paysandú, Viernes 03 de Mayo de 2013
Opinion | 28 Abr Cada estación trae aparejados ventajas y problemas, según como se mire. En la que estamos, el otoño (aunque no lo parezca por las temperaturas que se registran), la caída de las hojas de muchas especies de árboles tiene ventajas poéticas, como lo han demostrado Mario Benedetti, Juan Ramón Jimenez, Federico García Lorca, Pablo Neruda o Antonio Machado (con su “Balada de Otoño” cantada por Serrat).
Sin embargo, los vecinos de Paysandú no necesariamente coinciden solamente con este punto de vista de los poetas, también está la situación práctica de las hojas de otoño tapizando veredas, entrando sin permiso en las casas e inundando las calles para mezclarse con aceite perdido del motor de algún vehículo o agua de alguna pérdida de OSE y hasta para disimular --como una trampa-- alguno de los pozos de los tantos que hay en la ciudad.
El hecho es que en estos casos, el ciudadano que admira cómo las hojas van quedando amarillas y luego marrones para caer y dejar lugar a las nuevas en primavera, no expresa un sentimiento poético cuando se van amontonando bajo el árbol frente a su casa, o cuando el viento las trae --mal mayor-- de algún árbol vecino, porque aunque las junte no le quedan muchas opciones de qué hacer con ellas. Ni siquiera la quema se puede considerar, porque una resolución municipal la prohíbe.
Pero mayor es el problema para una ciudad motorizada como Paysandú (y bien viene el término “motorizada” en cuanto cantidad de motos), y los problemas que significan las hojas sueltas para el tránsito. Por una parte, en la calle se van descomponiendo y en algunos lugares forman un “colchón” que puede volverse una trampa resbaladiza, o van formando una capa que disimula la existencia de un pozo en el pavimento. También, de continuar esta situación, seguramente crearán un gran problema en caso que se produzca una lluvia de suficiente intensidad, porque al haber tantas en la calle obstruirán los desagües pluviales y harán que en muchos lugares el agua entre a las casas. No es tan difícil pensar que eso va a ocurrir, y que el hecho de que llueva no significa que la naturaleza hará el trabajo municipal de llevarse las hojas. Por lo tanto nadie puede argumentar sorpresa, porque es parte de un ciclo natural que ocurre todos los años.
Sí es sorprendente que la Intendencia de Paysandú espere para entre “el 2 y el 6 de mayo” para comenzar con una tarea que está en el ABC (Alumbrado, Barrido y Calles) de las obligaciones municipales.
“Ahora ya está”, como decimos habitualmente, pero sería bueno que para abril de 2014, se agende que empieza el otoño y que además de inspirar poesías, se recuerde que en esas fechas hay trabajo muy específico para la intendencia.
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