Paysandú, Viernes 03 de Mayo de 2013
Locales | 29 Abr Hasta el momento la inversión realizada en la restaruración de la Basílica Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo ronda los U$S 300.000, en los cuales no hubo ningún aporte oficial. La siguiente etapa, que implica la instalación eléctrica, tendría un costo de U$S 130.000. El cura párroco Antonio Mazza agradeció a la comunidad por el aporte realizado para llevar a cabo la obra.En la primera gran etapa del trabajo de restauración de la basílica, se atendieron los techos a efectos de controlar la filtración de humedad que, con el paso del tiempo, han dañado buena parte de las magníficas pinturas del artista italiano Antonio Buscaglia.
El cura párroco Antonio Mazza, quien planteó esta quijotesca idea, encaró su posible concreción y batalla incansablemente en busca de los recursos necesarios en la comunidad, puesto que aún no hay respuesta oficial. “La verdad que estamos muy agradecidos con Paysandú todo porque ha habido un gran movimiento, una cabal conciencia de lo que es este emblema de la ciudad, este patrimonio nacional que los sanduceros tienen en su Basílica. Nosotros planteamos la idea de la restauración y muchísima gente se acercó a colaborar, a dar una mano en este objetivo. También se han acercado instituciones como el diario EL TELEGRAFO, que siempre ha estado a la orden para dar a conocer lo que hemos propuesto”, dijo.
“Han transcurrido ya dos años, en los que ha costado mucho conseguir los permisos de la Comisión del Patrimonio de la Nación, no por problemas concretos sino por el papeleo, porque todos estaban de acuerdo en la restauración.
Conseguido eso, se armó un plan de trabajo que comenzó por los techos, pues el problema de humedad del templo provenía de éstos, así como otras que se originaban de los cimientos y del mal cerramiento de las aberturas. Luego se irán dando otros pasos --instalación eléctrica, pinturas, etcétera--, que ya comentaremos”, añadió.
arquitectos especializados
“Para realizar esta restauración hablamos con el estudio de arquitectura Collet-Neri al tener referencia de que eran lo mejor en este campo”, destacó Mazza. “Ellos fueron los que se ocuparon de la preparación del proyecto, su presentación y planificación de las distintas etapas”.
“ Entonces iniciamos el trabajo por arriba, con la cúpula y la linterna donde se desarmó todo, se sacaron los vidrios, dejándose los hierros para colocarse todo a nuevo. La masilla, por ejemplo, se cambió por otra que es más dúctil ante la intemperie, el calor y el frío, que es lo que la resquebraja. Se reacondicionó también la instalación de la Bandera Nacional para que quedara más práctico izarla dado que todo era muy rudimentario”, detalló.
“Tras ese primer aspecto, se pasó a la bóveda central que tiene muchísimos metros cuadrados, optándose por volver a la chapa de zinc y descartándose cambiarla por otros elementos aislantes como el poliuretano expandido, pintura aislante u otros procedimientos modernos. Esta decisión determinó una erogación muy grande dado el grosor de la chapa acanalada y pre pintada que se empleó por la mayor duración. En lugar de cerchas para agarrarlas, se pusieron perfiles ‘C’ de acero inoxidable, los que se emplean actualmente en obras de construcción”, sostuvo Mazza.
Grandes espacios
en el techo
El sacerdote salesiano señaló que “luego se pasó a las bóvedas que son más ‘pequeñas’ para las dimensiones de la basílica, pero cada una de ellas tiene el tamaño de una casa: la del lado norte, del sur y del este. Se pusieron enormes canalones --todo con una estructura muy fuerte-- sobre los que se puede transitar porque debajo hay una fibra colocada y asentada asegurando, al ser anchos, que no se tapen fácilmente”. “También se hicieron salidas auxiliares de agua porque a veces juegan su papel negativo las palomas, muchas hojas de árbol, etcétera.
Se colocaron estas salidas tipo gárgolas, que hacen que el agua caiga libremente. Otro problema que teníamos era que al subir gente --por la Bandera Nacional o diferentes arreglos-- pisaban los techos y éstos se estropeaban. Para evitarlo, se hizo toda una caminería para que se vaya por ahí, con elementos de seguridad como lingas que están aferradas a la pared. Luego de las bóvedas se abordaron los techos planos, enormes espacios a cada lado de la nave central, lo que obviamente no se ve desde la vía pública”, añadió. Quedan pendientes cinco pequeñas azoteas de unos cuatro por cinco metros cada una, que se inician hoy. “Luego hay una más grande, de ocho por cuatro metros, sobre toda la sacristía y otra que es el techo de la capilla diaria, al costado del altar mayor, de un tamaño similar. También quedan para realizar las dos salidas de las torres de tres por tres metros. En cuanto a cobertura, se terminará con el techo de tejas del atrio, que al verlas de cerca uno nota que hay infinidad de unidades rotas, debiéndose colocar exactamente el mismo material”, sostuvo Mazza.
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