Paysandú, Domingo 05 de Mayo de 2013
Opinion | 03 May Uruguay y Costa Rica son los dos únicos países latinoamericanos que figuran en la lista de quince naciones occidentales reconocidas a nivel mundial por el respeto a la libertad de prensa. Una excelente noticia hoy, cuando se conmemora precisamente el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Freedom House, la organización defensora de la libertad de prensa con sede en Washington estimó que apenas el 1% de la población latinoamericana vivió durante 2012 en sociedades que no restringen a los medios de comunicación privados, en los que figura Uruguay. Las intenciones para establecer una ley que controle en alguna medida a los medios, las licencias de televisión digital, aun no se aprecian como control a la libertad de prensa.
Y es así de sencillo. Los periodistas en Uruguay podemos desarrollar nuestra actividad sin poner en riesgo nuestras vidas como ocurre en muchos otros países. Así lo sostiene también la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), que colocó entre los 39 “depredadores” de la libertad de prensa al gobernante cubano, Raúl Castro, al empresario hondureño Miguel Facuss Barjum, al cártel mexicano “Los Zetas”, a Miguel Treviño, alias “Z-40”, así como al grupo paramilitar colombiano “Los Urabeños”.
En Uruguay se respira claramente un aire de mayor libertad entre los periodistas, que dirimen sus diferencias con grupos de poder generalmente por notas solicitadas o por derechos a réplica, pero sin exponer su propia vida.
En nuestro país pues, hay un ejercicio seguro de la libertad de expresión. No obstante, sí hay factores que influyen decididamente no en la libertad de expresión, sino en la falta de expresión. El género de investigación se ha visto reducido grandemente, no por falta de buenos periodistas, sino por falta de suficientes periodistas en las redacciones de diarios, televisoras y radios. La falta de personal (o la sistemática contratación de pasantes recién egresados de la facultad), conspira seriamente con la investigación de los grandes temas, absorbidos los periodistas por la “agenda diaria”.
No es menos cierto que la muy irregular distribución de la publicidad oficial, prácticamente absorbida por Montevideo en desmedro del Interior, impide a los medios de tierra adentro realizar inversiones que les permitan trabajar con mayor profundidad otros temas. No es una restricción a la libertad de expresión, pero claramente es una presión económica, donde la inmensa mayoría del país apenas si recibe migajas del reparto de publicidad oficial.
Tenemos libertad de expresión. Bienvenida sea. Pero hay otros factores que están involucrados en el proceso de la expresión en sí misma. A veces no alcanza con la libertad.
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