Paysandú, Domingo 12 de Mayo de 2013
Opinion | 07 May Para el vicepresidente de la República, Danilo Astori, “Uruguay tiene serios problemas en sus relaciones con Argentina” y “cada día hay una nueva dificultad”, lo que naturalmente no es ninguna novedad, salvo que durante gran parte de su mandato el presidente José Mujica y sus asesores se rehusaron a quitarse la venda de los ojos ante esta realidad e intentaron “recomponer” la relación con actitudes y decisiones que en muchos casos pusieron a nuestro país en una postura genuflexa y consecuente ante los desplantes del gobierno de Cristina Fernández. Según el ex ministro de Economía y Finanzas, los problemas con Argentina se dan en lo comercial, “donde los bienes y servicios presentan un serio perjuicio, en especial para sectores industriales que han tenido históricamente en ese destino su principal lugar de comercialización”.
Ocurre que la relación comercial no solo es delicada, sino que a la vez en el plano cambiario existe lo que el vicepresidente calificó como una “devaluación técnica” en el vecino país, con un dólar “blue” paralelo que duplica la cotización oficial, y ello es un factor distorsionante adicional para toda relación.
Este dólar paralelo pesa negativamente, desde que modifica los precios relativos de bienes y servicios a favor de Argentina, sumando a esto las trabas arancelarias y paraarancelarias que aplica para el ingreso de productos desde el exterior.
Estamos ante un factor distorsionante y generador de más incertidumbres en la relación bilateral y en el Mercosur, porque quien más quien menos sabe que está ocurriendo en la vecina orilla un proceso que nadie sabe exactamente hacia donde va a derivar, pero todo indica que no será nada bueno para los argentinos y tampoco para los uruguayos, que por más que se intente negarlo, somos muy dependientes de lo que ocurra en la Argentina y nada de lo que allí acontezca nos va a ser ajeno.
Esta parálisis y deterioro se refleja a la vez en aspectos clave para el futuro, como la generación de obras de infraestructura, como es el caso del dragado de Martín García y la falta de acuerdo para construir la regasificadora --que será instalada solo por Uruguay-- y también habrá que ver como repercuten los problemas en las instancias que se van llevando a cabo en procura de concretar el dragado integral del río Uruguay, que esperamos pueda desarrollarse con la agilidad que se necesita.
A la vez Astori reconoció que las decisiones políticas del gobierno Kirchner también contradicen flagrantemente el Tratado de Asunción que dio origen al Mercosur, “ya que esta política no tiene ningún respaldo en dicho acuerdo”, por lo que no extraña que según Astori “el Mercosur vive un retroceso y el peor momento de su historia”, a la vez de considerar que “es inconcebible que Uruguay se plantee una estrategia sin la integración de sus vecinos”.
Por lo tanto, el ex ministro consideró que el camino a seguir es buscar diálogo con el gobierno argentino y fortalecer las relaciones con otras naciones, especialmente con el Brasil, buscando integrar grupos de funcionarios de alto nivel para intentar el libre tránsito de bienes y servicios. Para Astori “Uruguay se inclina de esta forma hacia una nación que ejerce el liderazgo natural en la región, para responder así a los problemas existentes con Argentina”.
Las reflexiones de Astori contrastan con los intentos de algunos voceros del gobierno, aunque ahora ya lejanos en el tiempo, de justificar el más y mejor Mercosur, pese al deterioro a ojos vistas del acuerdo regional desde el punto de vista del intercambio comercial, integración y nunca consolidada organicidad.
El problema, además, no solo se ha instalado en lo que tiene que ver con trabas, medidas proteccionistas y conflictos, sino que la responsabilidad se ha trasladado a medidas que se han adoptado desde el punto de vista político-ideológico que han hecho que el Mercosur haya pasado a ser un “club de amigos”, en el que se adoptan medidas improvisadas y priorizando lo político sobre lo jurídico, como manifestara en su momento el presidente José Mujica.
Y cuando ello sucede, se cambian las reglas de juego o decididamente se viola el derecho, como ocurrió con la suspensión de Paraguay como socio para darle entrada por la ventana a la Venezuela de Hugo Chávez, lo que se genera es inseguridad jurídica y se agregan trabas al funcionamiento del bloque como tal.
Y ante este escenario y el bilateralismo que practican las dos grandes economías del bloque, en defensa de sus intereses, con severas distorsiones en el funcionamiento del Mercosur, y la idea de “recostarse” a Brasil, que tiene sus contraindicaciones, es de recibo que pretenda promoverse un desarrollo institucional fuerte y políticas comunes en el Mercosur, para adoptar actitudes comunes ante el mundo y sobre todo para defender los espacios multinacionales.
Pero, eso sí, sin jugar nuevamente para el proteccionismo argentino y la búsqueda de protagonismo mundial de Brasil, sino para lograr mejores resultados para el país a través de la diversificación, potenciando ventajas comparativas y reduciendo vulnerabilidades, que es lo que no se ha logrado hasta ahora.
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