Paysandú, Martes 14 de Mayo de 2013
Locales | 11 May Tomando en cuenta las condiciones actuales de la arboleda de la costanera, con gran cantidad de ejemplares secos o enfermos, “habría que eliminar el parque en su totalidad, ya que actualmente hay un gran número de árboles muertos, y un número aún mayor de árboles severamente afectados y que irán muriendo con el transcurso del tiempo” evaluado en “meses”. Asimismo, son varias las plagas que afectan a los eucaliptos colorados que hay en la zona, tras el ingreso reciente de una avispa que los ataca.
Así lo destacó el ingeniero agrónomo Carlos A. Pérez (MSc, PhD), profesor adjunto de Fitopatología en el Departamento de Protección Vegetal de la Estación Experimental “Mario A. Cassinoni (Eemac), de la Facultad de Agronomía.
Son varias las causas que han provocado enfermedades “que están llevando a la muerte” a los árboles. Como ya el propio ingeniero agrónomo Pérez lo indicara a EL TELEGRAFO, han sido afectados por el estrés debido a las numerosas inundaciones que a su vez provocaron falta de oxígeno a la raíz. Además puede haber incidido “alguna fogata encendida en el pie de algunos de los árboles” que “han en algunos casos acelerado su muerte”. No obstante Pérez sostiene que no tiene dudas que “la principal causa de muerte se debe al estrés que distintas plagas y enfermedades están causando, principalmente sobre lo que se conoce como eucalipto colorado”.
ORIGINARIO DE AUSTRALIA
El eucalipto es un árbol originario de Australia y sus islas circundantes, explicó Pérez. Tomando en cuenta su notable adaptabilidad de determinadas especies, especialmente el eucalipto colorado (Eucalyptus camandulensis y E. tereticornis) “ha sido históricamente utilizado para parques y montes de abrigo por su rusticidad, adaptación, y la dureza de su madera, la cual es comúnmente utilizada para postes y piques”.
Sin embargo, esta especie tiene comprometida su supervivencia en el país “por numerosos factores de estrés”.
El especialista destacó que cuando un árbol abandona su lugar de origen y es plantado a miles de kilómetros de distancia “ocurre lo que comúnmente se llama ‘teoría del escape’, pues plagas y otras enfermedades quedan en aquel lugar, en tanto en su nuevo hábitat --sin esos potenciales atacantes-- pueden “expresar su potencial de crecimiento sin interferencias, sin enemigos que lo ataquen y que limiten su crecimiento o supervivencia”.
Pero en los últimos años, con la globalización, insectos y agentes patógenos también pueden dar la vuelta al mundo y en consecuencia “logran accidentalmente encontrar nuevamente a su hospedero en el nuevo ambiente, ocurriendo lo que se llama el reencuentro”.
Eso es --sostiene el ingeniero agrónomo Pérez--, “lo que ha pasado con las plagas y enfermedades que afectan hoy a los eucaliptos de la costanera”. Así, por efecto secundario de la globalización, han llegado al país la chinche del eucalipto (Thaumastocoris peregrinus), el psílido del escudo (Glycaspis brimblecombei), y más recientemente la avispa de la agalla (Leptocybe invasa). “Todas han acentuado el estrés de estos árboles”.
Pero no fue hasta que fue detectada “la mancha foliar (causada por el hongo llamado Teratosphaeria pseudoeucalypti), que los árboles comenzaron a verse severamente defoliados, amarillentos, con hojas retorcidas, como quemadas, debido a la acción de esta enfermedad”. Este hongo es particularmente perjudicial porque afecta “las hojas que recién se están expandiendo, o sea, afecta los rebrotes, lo que lleva a que el árbol no logre recuperarse, agote sus reservas y muera”.
CORTAR TODO EL PARQUE
Como bien indica Pérez, “es difícil imaginarse la costanera de Paysandú sin eucaliptos” en la medida que varias generaciones “han disfrutado de la sombra y refugio de los árboles de la playa”.
Pero desde que no hay posibilidades para controlar esta enfermedad --la mancha foliar--, excepto plantar especies que se sepa tengan reconocida resistencia a la misma, “ante la progresiva muerte de árboles que componen el parque, y el riesgo de ocurrencia de accidentes por caída de ejemplares secos” se ha decidido comenzar con el raleo o corte de los que aparecen más afectados.
El ingeniero agrónomo Carlos A. Pérez destacó a EL TELEGRAFO que la medida más apropiada es eliminar todo el parque, es decir talar todos los eucaliptos colorados de la costanera. Obviamente “no puede realizarse una tala rasa del total del área afectada ya que tendría un impacto visual y social inimaginable” razón por la cual “se ha priorizado el corte únicamente de árboles muertos o en avanzado deterioro, y aquellos en riesgo de caída”. Posteriormente, una segunda etapa comprenderá “el diseño de un nuevo parque compuesto por otras especies de árboles, con arquitectura de plantas más adaptadas a zonas urbanas, de menor altura y ramas más pequeñas que disminuyan el riesgo de accidentes en una zona altamente circulada por la población”.
SIN PROTECCIóN
DE LOS PARQUES
Pérez resumió en dos las causas principales que llevaron a la situación actual de los eucaliptos en la costanera. Por un lado, “diversos insectos y enfermedades han llegado al país y están afectando árboles que hasta hace muy poco eran relativamente saludables”.
Pero la segunda razón involucra a la manera en que en el país se administran los parques. Y es que “normalmente no se tiene cultura sobre la protección de los parques” lo que hace “difícil destinar recursos a la sanidad de los mismos”.
Por tanto, “sin recursos no hay dedicación, ni un sistema de protección de parques que sea capaz de una detección temprana de los problemas, y no esperar a que los árboles estén muertos para comenzar a preocuparse”, como ha ocurrido en el caso de Paysandú, situación que se arrastra desde generaciones atrás.
Para Pérez “es clave entender que lleva mucho tiempo recomponer una arboleda y que no será una tarea de corto plazo, por lo cual sería importante que haya un compromiso institucional que trascienda las administraciones” municipales.
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