Opinion | 11 May A poco más de un mes y medio de la convocatoria a votar --no obligatoria-- para habilitar un referéndum sobre la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, conocida como ley de despenalización del aborto, encuestas que se han conocido en las últimas horas dan cuenta de un cambio en la postura de la ciudadanía respecto a la norma, desde que en sucesivas encuestas se había detectado una sensible preferencia en favor de la ley.
De acuerdo a lo que da cuenta El País, cuando faltan cuarenta días para que se realice la consulta que habilita a llamar a un referéndum, existen más personas a favor de derogar la ley vigente desde diciembre de 2012, que los que consideran mantenerla. La encuesta de la empresa Cifra asegura que si se habilita el referéndum, “una ajustada mayoría relativa (46 por ciento) se opondría a la despenalización del aborto, mientras que un 44 por ciento se pronunciaría a favor, y el 10 por ciento dijo no tener posición.
Es decir que en este tema la ciudadanía está dividida prácticamente en dos mitades. En tanto los resultados de otra encuestadora, Equipos Mori, revelan que el 53 por ciento de la población está en desacuerdo con la despenalización, mientras que un 44 por ciento se muestra de acuerdo y un 3 por ciento se ubica en el grupo de los que no saben o no contestan.
Es llamativo que dos encuestadoras consideren tendencias similares, más allá de los porcentajes y el grado de error que siempre tiene un sondeo de estas características, y según el director de Cifra, Luis Eduardo González, “es la primera vez en doce años que se encuentra un resultado contrario a la despenalización del aborto”.
Consideró además que en el marco de una opinión pública “tan parejamente dividida es imposible anticipar el resultado de un eventual referéndum, resultado que dependería de la campaña, de sus protagonistas y de la sustancia y el tono de sus debates”.
Igualmente, para habilitar el referéndum quienes promueven la derogación de la ley deben superar el escollo de la convocatoria voluntaria del 23 de junio, donde se requieren que concurran más de 650.000 personas, dado que de otra forma no habría consulta. Ante una opinión pública tan dividida, sería una buena cosa que se pueda realizar el referéndum, de forma de dejar laudado de una buena vez el tema, que es muy controvertido y corta transversalmente a los partidos y la sociedad.
Pero a la vez se requiere que para recoger la expresión ciudadana debe darse un debate por lo alto, criterioso, con sentido común y sin contaminarlo con eslóganes hechos, como la manida frase de “votemos por la vida”, cuando es notorio que esta no es la disyuntiva, desde que todos estamos por la vida. No corresponde entonces plantear el tema en términos absolutos, sino en su real dimensión, que no es en blanco y negro, como se pretende hacer creer por algunos grupos contrarios a la ley.