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Paysandú, Jueves 16 de Mayo de 2013

¡VENÍ AL URUGUAY!

La Argentina K sigue sorprendiendo

Locales | 12 May Por Horacio R. Brum. Los chilenos, usualmente tan respetuosos de las formalidades de la ley, ya están aprendiendo el truco: en Argentina, los dólares hay que cambiarlos en cualquier lado, menos en los cambios oficiales. Hablando de que yo estaba por realizar un nuevo viaje a Buenos Aires, el administrador de mi edificio me pidió el “dato” para cambiar. Con su esposa, son visitantes asiduos de la capital argentina para disfrutar de la buena carne y el tango, pero ahora “¡ni loco cambio a la cotización oficial!” me dijo, y anotó cuidadosamente el teléfono de un contacto para obtener pesos a la tasa del renombrado “dólar blue”. Nada inusual, si no fuese porque el administrador de mi edificio es un teniente coronel jubilado de Carabineros, la policía militarizada de Chile, y usualmente se muestra casi fastidioso con el cumplimiento de las leyes y reglamentaciones.
Apenas llegué al aeropuerto de Ezeiza, comprendí perfectamente la urgencia del teniente coronel por saber cómo podía cambiar sus dólares al mejor precio posible. Desde un Chile donde la inflación de abril bajó del piso del 0% (apenas alcanza el 1% para abril 2012 - abril 2013), aterricé en una Argentina en la cual la tarifa del taxi al centro había aumentado dos dólares en relación con mí última visita, hace poco más de un mes. En una semana de estadía, el dólar paralelo subió treinta centavos de peso argentino y si en febrero pagaba una pizza para dos, una cerveza de tres cuartos de litro y dos cafés con algo más de ochenta pesos, ahora necesita para ello algo más que un devaluadísimo billete de cien, cuyo valor real se aproxima rápidamente a lo que hace unos años era el de diez. No obstante, el gobierno sostiene que se puede comer con seis pesos por día, y que el congelamiento de precios impuesto a los supermercados es un éxito, pese a que basta con ir a los almacenes de barrio, donde suelen comprar los más pobres, para ver el fracaso de la propaganda oficial.
La negación de la realidad es una de las etapas del duelo. Cristina Kirchner no parece haber superado el suyo, a juzgar por el empeño de vestir de luto riguroso, cual viuda siciliana, y a lo mejor traspasa esa negación de la realidad a su gobierno. Cuando el “dólar blue” avanzaba firme y rápidamente a romper la barrera de los diez pesos, el vicepresidente Amado Boudou declaró a los medios que “es marginal, especulativo y tiene que ver con poquitos argentinos”. La Presidenta, por su parte, se mantuvo firme en la negativa a devaluar y acusó a los conspiradores de siempre, mientras cientos de esos supuestos conspiradores estaban tomando el barco a Uruguay, no para marchar al exilio, sino para comprar dólares en Colonia.
Hay una gran demanda de pasajes a Uruguay fuera de temporada, y una de las empresas más pequeñas de transporte fluvial comenzó a ofrecer excursiones especiales para buscar en nuestras verdes costas la verde divisa. El problema es para los colonienses, que están teniendo demoras para operar en sus cajeros automáticos, muchos de los cuales tienen que ser “rellenados” con dólares dos veces por día. Incluso con los gastos de viaje y el impuesto del 20% que el gobierno les cobra por las transacciones en el extranjero, a los argentinos ansiosos por el billete estadounidense les sale más barato conseguirlo con tarjeta de crédito en Uruguay, que en el mercado paralelo nacional. Y si lo compran al otro lado del río y lo venden aquí a la cotización del “blue”, el negocio es redondo.
“Los uruguayos siempre han sido bastante antiperonistas”, dijo el filósofo y escritor José Pablo Feinmann, uno de los apoyos intelectuales del kirchnerismo, a propósito de la frase de Mujica sobre la “vieja terca”. A lo mejor, con la oleada de viajes a Colonia comienzan las acusaciones de que Uruguay está boicoteando el exitoso modelo económico de la Sra. K, pero lo cierto es que los orientales, como prefería llamarnos cariñosamente Borges, han dado algunos titulares por estos días en Buenos Aires. En la Feria del Libro, el periodista Pablo Sirvén, de La Nación, presentó su libro “Converso”, en el cual trata de explicar cómo Víctor Hugo Morales se volvió un propagandista de los Kirchner. “Puerco”, “sinvergüenza” y “lombriz” fueron algunos de los calificativos que dedicó al autor un Morales aparentemente muy distinto de aquel que hace muchos años, cuando lo entrevisté para la BBC, era un orgullo para el periodismo uruguayo y un bastión de la objetividad y la independencia.
Adrián Caetano, el cineasta que se hizo famoso en Argentina con varias películas y creó la serie de televisión “Uruguayos Campeones”, ambientada en el fútbol de nuestro país, también llegó a las noticias al difundirse por Internet un documental suyo sobre Néstor Kirchner. La película le había sido encargada por una productora de propiedad de simpatizantes del gobierno y contaba con el apoyo oficial, simbolizado por la asistencia en la recopilación de materiales de Florencia, la hija de los Kirchner. Pero cuando Caetano comenzó a incluir tomas que no se ajustaban a una imagen idealizada del fallecido expresidente, fue desplazado de la realización. Lo sustituyó la esposa del secretario de cultura del gobierno, quien adaptó lo recopilado por el profesional uruguayo, para crear una elegía de Kirchner, la cual se estrenó en los cines de todo el país en 2012, con nulo éxito de taquilla.
Adrián Caetano, que simpatiza con algunas de las medidas del kirchnerismo, archivó su documental original y se llamó al silencio sobre los detalles de la censura, pero un sitio web divulgó la película en los primeros días de mayo, y lo que se ve en ella es un Néstor Kirchner ambicioso y autoritario, bastante diferente del héroe del pueblo de la versión oficial.
Caetano no es el único creador uruguayo que ha tenido problemas por no participar del club de adoradores del kirchnerismo. El año pasado la intelectualidad oficialista se lanzó en picada contra Hermenegildo Sábat, uno de los caricaturistas más importantes del Río de la Plata, que publica sus obras de crítica política en Clarín. Después de un fallo de la justicia que aplazó la aplicación de una ley con la que el gobierno intenta aumentar su control sobre los medios de comunicación, Sábat dibujó a la Presidenta con un ojo morado y el oficialismo lo acusó de promover la violencia contra la mujer. Incluso, el bloque kirchnerista de la legislatura de la ciudad de Buenos Aires logró que se aprobara una declaración de rechazo contra la caricatura. Ya en 2008, Cristina Fernández había dicho que Sábat enviaba mensajes “cuasi mafiosos” con sus dibujos; después del ojo morado, José Pablo Feinmann, el mismo de los “uruguayos antiperonistas”, lo insultó por radio y le pidió que no dibujara lo que pensaba.
Como se pudo ver en la Feria del Libro, Artigas tampoco se salva del entrevero kirchnerista: hay libros de los intelectuales al servicio del gobierno que tratan de presentarlo como un luchador contra la “oligarquía”. Poco falta para que la corriente revisionista ponga a nuestro héroe en el altar de los Montoneros, la guerrilla de los años 70 que inspira a Cristina, a pesar de que ella y su esposo se ocupaban de hacer dinero como abogados provinciales mientras muchos de sus compañeros de estudios eran torturados y desaparecidos por la dictadura militar.


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