Paysandú, Sábado 18 de Mayo de 2013
Opinion | 13 May En una reciente entrevista, el director del Ballet Nacional del Sodre, Julio Bocca, dijo que “en general, a los uruguayos les cuesta tener iniciativa: tienen ideas, pero les cuesta arrancar. No todos, obviamente, pero en general es como que se acomodaran, que están siempre tranquilos, y los tenés que empujar. Tienen cabeza para hacer un montón de cosas, pero parece que necesitan siempre del rigor”.
La radiografía confeccionada por un extranjero --y más aún, un argentino-- podría rechinar en el ego de quienes están habituados a resistir las comparaciones con las vivencias en la vecina orilla. Sin embargo, algunos dirigentes gremiales e incluso el presidente José Mujica se han referido de manera similar, sin generar mayores reacciones a las que podrían surgir si las efectuara algún líder conservador.
Imaginemos por un momento que las siguientes palabras hubiesen sido pronunciadas por Luis A. Lacalle, Julio Sanguinetti o Jorge Batlle: “No quiero al atorrante, al vago, al lumpen. El mejor sindicato no es el que más huelga hace, es el que mejor laburantes tiene abajo”. Y supongamos que cualquiera de los tres se hubiese referido a la falta de hábitos de trabajo de los uruguayos preguntando: “¿Acaso es una condición genética? ¿O las ganas de trabajar se perdieron por el camino?” o que hubiesen criticado la interna laboral del país, diciendo que “no podemos estar de acuerdo con que la gente no vaya a laburar o que va a laburar y la verdad hace como que va a laburar”. Y que al finalizar sus discursos hubiesen solicitado su apoyo a quienes “por 8 mil mangos se levantan a laburar en la mañana, miran para atrás, ven a sus guachos durmiendo y salen igual”.
Incluso si hubiesen sido críticos con que a los uruguayos muchas veces esperamos que “nos den todo en la mano; hemos perdido la capacidad de sacrificio, de pelearla. Tenemos más cosas, pero menos fuerzas”. Sin embargo, aquellas palabras fueron pronunciadas por el titular de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (Foeb), Richard Read y estas últimas, por el presidente Mujica.
Los vaivenes del pensamiento nos ubican como seres, --según el momento histórico-- de un lado u otro del mostrador y lo que ayer sosteníamos con énfasis, hoy tal vez sea relativo y mañana, cambie totalmente. A veces, resulta difícil “resistir al archivo” y un mismo mensaje no llegará de igual modo al receptor, si cambia quien lo emite. Dicho de otro modo, según quien lo diga, levantará polvareda o será anecdótico.
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