Paysandú, Domingo 19 de Mayo de 2013
Opinion | 14 May No es una novedad que el “modelo” económico --si así se le puede llamar-- del gobierno de Cristina Fernández, continuando y aun profundizando políticas del desaparecido expresidente Néstor Kirchner, desde hace años hace agua por todos lados, al punto que ahora estamos viendo un naufragio inevitable en pleno proceso. La restricción en las importaciones y acceso a los dólares es solo una parte visible del iceberg que denuncia graves desequilibrios macroeconómicos imposibles de corregir con las medidas populistas y parches que se aplican, que pretenden desconocer la realidad que imponen las leyes de la economía.
Por cierto, de este lado del Río de la Plata seguimos con atención lo que ocurra en la vecina orilla, porque esta incertidumbre ya nos afecta, y de profundizarse la crisis seguramente nos veremos envueltos.
Uno de los recientes anuncios de la administración de Cristina Fernández fue el otorgar “franquicias” para el blanqueo de capitales, ante la desesperación por captar dólares, pero ha dejado más al desnudo todavía las graves falencias de la política económica que tiene en marcha.
Por supuesto, lejos de transmitir la confianza que necesitan los agentes económicos, medidas de esta naturaleza para “lavar” capitales no hacen más que alentar especulaciones y agregar una cuota de desequilibrio adicional, por si hacía falta, al desenvolvimiento económico financiero.
El llamado a “vengan, depositen los dólares y compren bonos que no les va a pasar nada”, primero que nada no puede ser tranquilizador para quienquiera que sea que tiene divisas que son “ilegales” para la legislación del vecino país, y difícilmente crea que una vez que los legalice no va a pasar nada y podrá tener libre disponibilidad cuando lo necesite, incluso para volver a sacarlos del país, si las cosas así lo ameritaran, haciendo valer los bonos.
Pero lo más triste es que el mismo país que denunció a Uruguay en la OCDE como paraíso fiscal, por haberle negado información sobre los capitales que huyendo del desquicio argentino, llegaron a estas tierras, ahora propone recibir esos dólares “sin mirar de donde provienen”. Esto es lisa y llanamente un perdona tutti que acepta moneda extranjera sin muchas preguntas, lo que se presta para el más grande blanqueo de capitales jamás imaginado por un Estado. Por ejemplo, alguien que quisiera blanquear dinero, sólo tiene que cambiarlo por bonos, y luego comprar bienes o propiedades con esos bonos, que pasan a ser legales. Es decir que lo que se le criticó a Uruguay, lo está haciendo el propio gobierno argentino en su desesperación por captar divisas.
Pero además, como es sabido, una economía no solo se construye de realidades, sino de confianza y expectativas, y nadie con dinero bien habido y en su sano juicio puede confiar en que todos los males de la economía argentina se solucionarán, y que su dinero está a salvo en esos bonos. Solo basta recordar lo que hizo el gobierno con los bonos de pensiones de Italia, o los “capitales buitres”, que no eran más que inversiones de quienes confiaron en que la Argentina iba a respetar sus compromisos.
Precisamente luego del anuncio del blanqueo de capitales el mercado reaccionó en forma contraria a las expectativas del gobierno, porque los que tienen a la vez pesos “en negro” podían salir a comprar dólares en el mercado paralelo y luego “blanquearlos” por el nuevo plan, haciendo aumentar la cotización. Algo de eso ocurrió, o simplemente se agudizó desconfianza, por lo que el blue alcanzó una máxima de 10,45 pesos por dólar, con una brecha de cien por ciento respecto a la cotización oficial.
Lisa y llanamente se ha tendido un puente de plata para que los hasta hace poco “vendepatrias” evasores retornen los dólares al país, sin pagar impuestos adeudados, sin pagar tasa de blanqueo alguna y sin que sigan vigentes eventuales responsabilidades penales.
Esta es una perla más en el largo rosario de desaciertos del vecino país, que desde la declaración del default y sus incumplimientos, no tiene acceso al mercado financiero internacional y necesita un intercambio comercial favorable para hacerse de la divisa norteamericana.
Y todo hace pensar, según los analistas, que la repatriación de capitales, si se da, será muy limitada, porque nadie confía en la palabra del gobierno, al que le pasa lo que le ocurrió al pastor mentiroso, que se sintetiza en la premisa de que nadie le “prestaría” dólares al gobierno a cambio de bonos, aunque sean dólares no declarados.
Es que la necesidad tiene cara de hereje, y la desesperación oficial puede llegar a límites en los que como ya ha ocurrido, desconozca lo que ha firmado y pase por arriba la legalidad para apropiarse de lo que no le pertenece, como ocurrió con el “corralito”, la crisis bancaria y los depósitos de los ahorros previsionales de los pasivos argentinos en su momento.
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