Opinion | 19 May Con pocas semanas de diferencia, dos emprendimientos –uno privado y otro cooperativo-- celebraron su fundación a mediados del siglo pasado. Por orden de antigüedad, Azucarera del Litoral S.A., conocida por todo el país como Azucarlito, festeja sus 70 años el martes 21, lo que mereció un homenaje especial de la Cámara de Representantes, donde diputados de los cuatro partidos políticos destacaron la historia, desarrollo y presente de la fábrica sanducera.
Varios emprendedores, miles de trabajadores y decenas de productores remolacheros de Paysandú han permitido al cabo de siete décadas que la marca uruguaya del azúcar sea sanducera.
La cooperativa de transporte de pasajeros Copay también cumplió años. Algo menor que Azucarlito, pero ya con seis décadas a cuestas, Copay tiene millones de kilómetros recorridos uniendo al principio los barrios de la ciudad, después la ciudad con los pueblos del Interior departamental y éstos entre sí, y ahora llegando cada vez más lejos. También fueron cientos los sanduceros que en estos 60 años formaron parte de la primera cooperativa del transporte uruguayo, y –como dice su presidente-- la primera empresa que pasó de ser privada a ser cooperativa y autogestionada por sus trabajadores.
Dos iconos de Paysandú, que se mantienen ambos merced al esfuerzo de quienes los integran y al respaldo que, de una u otra manera, les ha dado y les da el pueblo sanducero con su orgullo por todo lo que sea local.
Pero –como casi siempre hay uno-- el motivo de festejo, sus 70 y 60 años, respectivamente, deben servirnos para preguntarnos también qué ha pasado desde mediados del siglo pasado hasta hoy, desde que no han florecido nuevas industrias o grandes empresas sanduceras. Descontamos que aún está el espíritu del Paysandú de aquellas épocas en su gente, porque es algo casi congénito, y ojalá cuando se celebren los 120 y 110 años de estas empresas, haya otras que estén cumpliendo los 50 de existencia para que las futuras generaciones puedan sentir que en el siglo XXI Paysandú también supo ser una ciudad progresista, de avanzada y que asume los riesgos de intentar ser mejor.