Paysandú, Jueves 23 de Mayo de 2013
Opinion | 22 May Hace pocos días un hombre en su camioneta destrozó la jardinería que rodea el monumento a Artigas (y no pudo comprobarse si había consumido más alcohol de lo permitido porque simplemente escapó al ver a los inspectores de tránsito). En la noche del 14, integrantes de una barra de aficionados de Nacional, pintaron (enchastraron) el propio monumento al prócer y algunos muros cercanos. El fin de semana pasado adolescentes atacaron también con pinturas el monumento a los Defensores de Paysandú, en plaza Constitución.
Son solamente los últimos tres ejemplos de ataques perpetrados contra bienes públicos, entre muchos otros que sufre la ciudad. Y que paga la ciudad, excepto en el primer caso donde presumiblemente el responsable pagará.
Sin dudas en todas las comunidades hay personas --comúnmente llamados inadaptados-- que por alguna oculta razón en sus oscuras mentes, obtienen placer en atacar o destruir bienes comunitarios, pero eso es especialmente cierto en el caso de Paysandú. No hace mucho hasta el monumento a los desaparecidos fue objeto de un ataque.
En algún momento la comunidad deberá tomar conciencia de todo lo que se gasta en reparar los pequeños y los grandes atentados, que incluso a veces involucran directamente a propiedades privadas. Eso debe llevar a que se tomen otro tipo de medidas, que no sean tan contemplativas con los agresores y que realmente les hagan al menos pagar por los daños ocasionados.
Cuando alguien ataca un bien público, se lo identifica --como es el caso del monumento a los Defensores de Paysandú-- lo que debe exigirse es primero la reparación económica, pero también la tarea comunitaria a la vista de la comunidad, reparando lo que deshizo o haciendo otra cosa. El que rompe que pague, y también con sudor. Que la diversión no le salga tan barata. Pero que no se tome esa decisión como algo excepcional (como los destrozos en el Monumento a Perpetuidad), sino que sea algo cotidiano.
Y para eso, la acción de los vecinos y los ciudadanos todos es clave, denunciando lo que se vea, aportando detalles para permitir el mejor trabajo de la policía. Es la comunidad toda la que debe rechazar estos atentados. Y eso no se hace solamente con palabras sino con acciones.
Al mismo tiempo una actitud comunitaria de rechazo dará a su vez un contundente mensaje a los inadaptados --que se dice son pocos, pero en realidad no se sabe-- para que comprendan que los paseos públicos son precisamente eso: de todos. Y que aquí no tienen cabida quienes destrozan lo que es de todos.
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