Paysandú, Lunes 27 de Mayo de 2013

El futuro del sistema previsional

Opinion | 22 May El doctor en Economía y docente investigador del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Dr. Alvaro Forteza, al analizar para el suplemento Economía y Mercado del diario El País, la problemática de la seguridad social en el Uruguay, evaluó que se impone la necesidad de un debate profundo para analizar la realidad, sino sobre todo el futuro del sistema previsional, habida cuenta de los condicionamientos que impone el aumento de la expectativa de vida y la relación activo - pasivo.
Es un tema que naturalmente no solo se da en el Uruguay, sino que es un fenómeno mundial aunque mayormente se da en países desarrollados, donde ya se ha aumentado la edad de retiro y a la vez se presentan problemas por una pirámide demográfica envejecida sustancialmente.
Forteza hizo hincapié en que “la edad de retiro va a tener que ir aumentando gradualmente. Indudablemente es un tema tabú. Estamos en un buen momento económico, entonces nadie quiere hablar de cosas ingratas. Pero más vale hacer los ajustes cuando las cosas vienen bien”.
Igualmente, “habría que hacer estudios demográficos que nos den todos los fundamentos, pero la tendencia es clara: cada seis o siete años se aumenta en uno la expectativa de vida”, evaluó.
Es que el envejecimiento poblacional mundial tiene una diversidad de grados que depende del país de que se trate, y por ejemplo, mientras en Europa y Japón, así como en otras naciones desarrolladas, ya es una problemática que tiene connotaciones no solo respecto al futuro cercano, sino que forma parte de una actualidad insoslayable, en el caso del Tercer Mundo se percibe como un escenario más lejano por la composición de sus franjas etarias.
De todas formas efectivamente tiene proyección en una diversidad de áreas, y expresa un condicionamiento en las políticas de cada país, porque este envejecimiento conlleva además sostener un esquema de prestaciones sociales muy bien estructurado para atender la calidad de vida de los grupos de mayor edad, que presiona negativamente al sistema previsional, cada vez más exigido.
En nuestro país un aspecto que será motivo de arduo debate es sin dudas la sustentabilidad financiera de la seguridad social, en tiempos en que la esperanza de vida ha aumentado sensiblemente. En este sentido, ya hay ejemplos de países europeos en los que funcionan sistemas de seguridad social muy generosos en los que igualmente se está instrumentando un aumento de la edad mínima de retiro por encima de los 65 años, en tanto en el Uruguay se mantiene en 60, con estímulos para ir dilatando el pasaje a la pasividad.
El presidente José Mujica ya ha alertado acerca de este escenario y consideró que “vendrán gobiernos que tendrán que elevar la edad de jubilación y a nadie le va a gustar y todos van a patear, y no va a ser este gobierno, pero los futuros sí, no se escapan. No sé cuál será, porque va a caer tanto la capacidad de aportes que cada vez será mayor la demanda”.
El planteo del presidente es realista, pese a que estemos todavía en un tema tabú, como señala el Dr. Forteza, cuando justamente la bonanza económica que vive el país ha permitido que haya mayores aportes al Banco de Previsión Social (BPS) mientras ha mejorado la relación activo - pasivo por un mayor empleo y formalización del trabajo, lo que implica mejorar la situación financiera del BPS, en tanto hay amplios sectores cubiertos por las Administradoras de Fondos Previsionales (AFAP) que vierten ahorros a sus propias cuentas personales para asegurar un retiro en mejores condiciones.
El presidente del Banco de Previsión Social, Ernesto Murro, por su lado, dijo que es partidario de un debate “que no solo se centre en la edad de retiro”. Sostuvo que “hay países donde la edad legal es 65 años pero la gente se jubila a los 58”, y que en otros se puede combinar la edad de jubilación con seguros de paro prolongados por dos o tres años.
Sin dudas que en el Uruguay su sistema político y los actores directamente involucrados deben sentarse desde ya en torno a una mesa para contribuir a las soluciones que impliquen el menor trauma posible para enfrentar realidades muy complejas, y es de recibo el planteo del Dr. Alvaro Forteza en el sentido de que en cuanto a la edad de retiro debería haber mecanismos de ajustes automáticos para irla “estirando” y que no obliguen a hacer ajustes discrecionales cada determinado período teniendo en cuenta el aumento de la expectativa de vida.
Pero ante conflictos de intereses, cada uno debe poner de su parte a efectos de que las respuestas contemplen todas las situaciones posibles y pueda conciliarse la limitación de recursos con un sistema previsional y de seguridad social acorde a las exigencias que conlleva el envejecimiento poblacional, lo que no es fácil.
Las respuestas a medida todavía no existen, sino algunas tal vez menos malas que otras, porque siempre habrá por lo menos un sector afectado y por lo tanto se impone un debate con amplia participación.


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