Paysandú, Lunes 03 de Junio de 2013
Opinion | 29 May El viaje de una delegación gubernamental encabezada por el presidente José Mujica a China y naciones europeas da la pauta de que el mandatario no solo apunta a “subirse al estribo de Brasil” que propusiera en su momento como una senda a recorrer por Uruguay y está en una saludable etapa de apertura y sondeo de otras posibilidades de relacionamiento comercial.
El lunes, Uruguay y China se comprometieron a trabajar para reforzar sus vínculos y mejorar las oportunidades de desarrollo en ambos países tras la reunión que mantuvieron en Pekín el presidente chino, Xi Jinping, y su colega uruguayo José Mujica.
Ambos mandatarios celebraron en el Gran Palacio del Pueblo de la capital china una reunión de trabajo al término de la cual suscribieron siete acuerdos de cooperación en áreas como la educación, la supervisión bancaria o la minería.
El jefe de Gobierno chino, quien asumió este cargo en marzo pasado, expresó la voluntad de su país de “trabajar para reforzar los vínculos” y “mejorar las oportunidades de desarrollo” entre dos naciones que este año cumplen 25 años de lazos diplomáticos.
Ambos presidieron la ceremonia de firma de los memorandos, que incluyen un acuerdo quinquenal de cooperación económico comercial, la renovación de un protocolo sobre minería y otro sobre becas para estudiantes uruguayos en universidades chinas, así como pactos de cooperación en el área de la información y la comunicación o las geociencias.
Entre otros aspectos la visita del presidente uruguayo tiene como objeto fomentar las relaciones comerciales y la inversión china en áreas como el proyecto de puerto de aguas profundas que se construirá en la costa oceánica del departamento de Rocha, en el sureste del país, o la infraestructura ferroviaria.
Según cifras chinas, el comercio bilateral pasó de 2.629 millones de dólares en 2010 a 4.329 millones de dólares en 2012, año en que el gigante asiático se convirtió en su mayor socio comercial.
Estas cifras por sí solas indican que China en realidad está jugando en esta coyuntura un papel más importante que Brasil en el intercambio comercial bilateral. Pero además, al ser éste el mayor socio comercial del Mercosur, estamos ante un escenario regional muy comprometido, de muy escasas perspectivas y por lo tanto se impone una apertura contundente hacia otros escenarios más favorables.
El intercambio con Paraguay es muy reducido y en el caso de Argentina, la situación es impredecible, pero difícilmente tenga visos de cambio para bien en el corto y mediano plazo, ante las grandes dificultades que enfrenta el vecino país y que le han hecho encerrarse en su economía, restringir seriamente las importaciones y a la vez reducir al mínimo la salida de dólares.
Los obstáculos que impone Buenos Aires ya se han dado en más de una oportunidad en el pasado, y supone siempre un salto al vacío para sus socios comerciales. En el caso de Brasil, la experiencia indica que como socio confiable tiene un pasado oscuro, por decir lo menos.
Es evidente que nuestras relaciones en el Mercosur con Argentina y Brasil no dejan margen para el progreso de nuestra producción, y además haríamos muy bien en cuidarnos de tropezar con la misma piedra en cuanto a que las empresas apuesten a cualquiera de los dos mercados como única fuente de exportación.
Ya sabemos lo que ocurre con la Argentina, siempre con problemas para el ingreso de la mercadería, con restricciones de todo tipo, incluso el otorgamiento de las licencias, y en el caso de Brasil, todavía debería estar presente lo que nos ocurrió en 1999, cuando la maxidevaluación del real dio por tierra con el grueso de nuestras exportaciones, generó debacle de empresas y desempleo, como antesala de la crisis de 2002 que nos contagió también la Argentina. Además, siempre jugó para sus intereses, pasando por alto los compromisos asumidos con el bloque, al extremo de haber comprado trigo subsidiado de Estados Unidos cuando le faltó en su momento, en lugar de adquirirlo en la región.
Por lo tanto el “estribo” del que hablara Mujica siempre es un camino pedregoso y retorcido, porque generalmente Itamaraty promete más de lo que cumple, y nos mantendrá bajo una permanente incertidumbre si nos jugamos demasiados boletos a este único mercado.
Es consecuentemente una relación que siempre debe estar muy bien monitoreada, y que un día puede andar sobre ruedas y de golpe y porrazo cerrársenos, como ya ha ocurrido.
Es cierto, Argentina y Brasil son vecinos, y con sus fronteras al alcance de la mano, son una tentación insoslayable a la hora de establecer corrientes comerciales, pero lamentablemente para ellos somos prescindibles en la economía, y además son poco serios como países.
Es preciso entablar nuevos rumbos comerciales y explorar mercados que permitan la diversificación, y la visita de Mujica a China y naciones europeas es un paso en la buena dirección.
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