Paysandú, Miércoles 05 de Junio de 2013
Opinion | 02 Jun Durante su gira por China y España, el presidente José Mujica se reunió con gobernantes y empresarios ibéricos, con la idea de interesarlos en invertir en Uruguay, porque entiende que están dadas las condiciones para hacerlo con muy buenos réditos para los capitales de riesgo. Pero no encontró mejor forma de hacerlo, tal vez para mantener su imagen de “canchero” y de salidas que generan hilaridad en el auditorio, que al tiempo de conceder que “los uruguayos no somos muy afectos al laburo”, por lo menos “prácticamente no hay corrupción”.
Estamos en realidad ante un efecto búmeran muy poco deseable, porque por más que generó las risas que pretendía en la audiencia, evidentemente cualquier empresario como tal, una vez superado el momento entretenido, lo pensará dos veces antes de dirigir su capital de riesgo para contar con una fuerza laboral poco interesada en el trabajo que desempeña, por decir lo menos.
Pero aun concediendo que alguno desestime este problema para su emprendimiento e igualmente se decida a invertir en el Uruguay, el razonamiento de Mujica proviene del presidente de un país que convoca a inversores, lo que indica que una vez aislado del contexto especial de la figura de Mujica, quedará en el registro que hasta el propio presidente uruguayo considera a sus conciudadanos al menos “poco afectos” al trabajo.
Pero además, esa virtud que chistosamente destaca Mujica es un gol en contra del que pueden enorgullecerse muy pocos gobernantes y si miramos para adentro del Uruguay, no debemos olvidar que la actual fuerza de gobierno ha sido la más proclive a alentar esta escasa disposición al trabajo.
Es así que el expresidente Tabaré Vázquez, tan pronto asumió el cargo de intendente de Montevideo, les dio aumento al barrer a los funcionarios municipales y les redujo el horario, pero sin exigir un mejor servicio a la población montevideana, que se supone es la razón de ser del funcionariado municipal capitalino.
También los sindicatos dominados por dirigentes del Frente Amplio, algunos de los cuales han ingresado como legisladores, han abogado y conseguido una reducción en el horario de los funcionarios públicos, sin que a la vez eso se traduzca en una mejor productividad ni nada que se le parezca en la ley del mínimo esfuerzo.
Es decir que en poco y nada nos ha beneficiado esta línea argumental del presidente, aunque por cierto revela en buena medida una realidad que su propia fuerza de gobierno ha contribuido a edificar, y no para bien del país.
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