Paysandú, Viernes 07 de Junio de 2013

Menos productores y más despoblado

Opinion | 01 Jun Desde hace décadas se viene manifestando en nuestro país el fenómeno de la emigración desde el campo a las ciudades y otros centros urbanos, con algunos altibajos en cuanto a su intensidad en base a la coyuntura socioeconómica del momento, pero que se mantiene en prácticamente todas las zonas del país.
Datos del censo de población y vivienda realizado sobre fines de 2011 indican que lejos de revertirse, la tendencia se ha mantenido y hasta acentuado, al punto que la población rural actualmente llega solo al cinco por ciento del total, mientras que era del 8,2 por ciento en el conteo realizado en 2000.
Esta curva, que ha pretendido ser en alguna medida revertida a través de la Ley de Repoblamiento de la Campaña --que tiene sus imperfecciones--, es un fenómeno de origen complejo y que por lo tanto requiere también respuestas coincidentes desde varios ángulos, que tampoco pueden ser inmediatas y que tampoco tienen garantía plena de éxito, sino que en el mejor de los casos podría tratarse de paliativos a la espera de soluciones de fondo.
El analista del suplemento Economía y Mercado del diario El País, Julio Preve Folle, al analizar los datos del censo, indica que comparando los datos con los de 2000, en la última década se registró la más pronunciada desaparición de productores desde que se llevan estos datos en nuestro país, y considera que este escenario no ha dado lugar a comentarios al respecto por voceros del gobierno.
En contraste, recordó Preve que en la década de 1990 ocurrió exactamente lo contrario, y preguntó el analista cuál fue la receta que permitió que en ese período no se diera el fenómeno de despoblación que se acentuara en los últimos años, según el censo realizado en 2011.
Entre 2000 y 2011 desaparecieron 12.241 productores, lo que arroja 33 productores por día, con una caída record del 21,4 por ciento, en tanto en la década de 1990 se registró un aumento de 2.135.
Entiende el analista que evidentemente se ha registrado una concentración de la tierra en el período, pese a que el discurso oficial pone énfasis en la defensa de los pequeños productores y las explotaciones familiares fundamentalmente, por lo que desecha absolutamente que como han señalado voceros del gobierno todos los males estaban concentrados en la década de 1990 y las bondades a partir de 2005.
Como bien señala, también debe evaluarse que esta concentración no quiere decir que no haya habido algún desarrollo o mejora en la situación del agro, pero sí habla de una problemática que se vincula a la concentración de la tierra y las formas de explotación, que asimismo han cambiado, naturalmente, y no siempre para bien en cuanto a la proyección en los pobladores del interior profundo.
Debe tenerse presente además que el modo de vida, los objetivos y expectativas de la población rural no son las mismas que las que se tenían hace un siglo o apenas unos años atrás, porque en mayor o menor medida las familias de nuestros campos se han asomado a determinada calidad de vida que perciben no están en condiciones de satisfacer si permanecen en el medio rural, y este es uno de los aspectos sustanciales a tratar de resolver.
Existe una compleja trama que determina que nuestros campos sigan expulsando gente hacia los centros poblados, y aunque el solo hecho de tener disposición e iniciativa para atender zonas olvidadas de nuestro interior profundo es un paso en la buena dirección, teniendo en cuenta las características de nuestras áreas rurales, las falencias y necesidades del medio rural son un factor condicionante extremo.
Por supuesto, no hay una solución mágica y ni siquiera un país o región que pueda ponerse como paradigma para ensayar soluciones más o menos similares, aunque evidentemente en países desarrollados, donde se ha logrado extender servicios de buena calidad a las zonas rurales, se ha logrado minimizar la emigración, y en la Unión Europea por ejemplo funcionan desde hace décadas subsidios para diversas producciones agropecuarias con la intención de que las dificultades económicas no agraven la pérdida de población en las áreas rurales.
La Ley de Repoblamiento de la Campaña ha sido bien inspirada, pero hasta ahora los resultados están por verse y seguramente es preciso aguardar mayores plazos para conocer una evaluación ajustada a la realidad. Por cierto que hay mucho por hacer, desde que lamentablemente existe un común denominador de carencias en nuestro interior profundo, sobre todo en cuanto a oportunidades para que sus habitantes puedan superar la situación en que se encuentran, la pobreza, con poblaciones que se van reduciendo y casas abandonadas, cuando los residentes perciben que tienen poco y nada para hacer en el lugar.
Se requiere por cierto mayores herramientas para acceder a oportunidades laborales y abordar emprendimientos autosostenibles, en lo posible polos productivos como explotaciones forestales, frutícolas, lecheras, agrícolas, que son los que han contribuido a transformar para bien varias zonas específicas a lo largo y ancho del país, y una forma de promover el desarrollo rural sería contar con el firme apoyo de organismos del Estado para asesorar y potenciar inquietudes de las propias organizaciones de productores y vecinos en base a la realidad de cada zona.


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