Paysandú, Sábado 08 de Junio de 2013

Una conquista, tras larga espera

Opinion | 05 Jun La reciente inauguración del resonador nuclear magnético de Comepa, el primero que se instala al norte del río Negro, significa un avance sustancial en el tratamiento de numerosas afecciones con moderna tecnología, en base a un diagnóstico rápido y ajustado, con datos precisos a efectos de su mejor estudio.
El proceso no ha sido nada fácil, teniendo en cuenta el centralismo a ultranza que impera en nuestro país también en el área de la medicina, al punto que no existe todavía un solo Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) en el Interior o fuera de la influencia del área metropolitana de Montevideo.
En este caso se ha dejado atrás un período de ocho años desde el comienzo de las gestiones, esperas, desencuentros y negociaciones entre la mutualista y el Ministerio de Salud Pública, hasta que finalmente el equipo de imagenología ha sido instalado en el Sanatorio Modelo, con presencia de la ministra de Salud Pública, Susana Muñiz, en el acto inaugural.
Evidentemente, no hay ninguna excusa válida del gobierno nacional para justificar semejante espera para incorporar un aparato vital para acercar la salud de alta tecnología al Interior y no tener que recorrer 400 kilómetros hasta Montevideo en el caso de los sanduceros, y aún más kilómetros para otros departamentos más lejanos de la capital.
Pero así se mueven los tentáculos del centralismo en Uruguay, y más aún en el caso de los intereses que se mueven en el área de la salud, pese a que esté en marcha la iniciativa de complementación de la salud pública y privada, y funcione el esquema del sistema nacional de salud, que sigue con muchas cosas en el debe, y no menores.
Son los mismos esquemas de interés que han conspirado contra la instalación de los IMAE en el Interior, pese a las gestiones que se han desarrollado durante largos años, porque han pasado gobiernos de todos los partidos y sigue sin contarse con un instituto de estas características fuera de Montevideo.
La falta de un Instituto de Medicina Altamente Especializada (IMAE) en la región provoca “una gran iniquidad”, sentenció hace pocos meses el doctor Ciro Ferreira, director del Hospital de Tacuarembó, uno de los dos centros hospitalarios que aspira a ser centro de un IMAE en el futuro cercano, junto con Salto, en el área de la Cardiología.
Las expresiones del doctor Ferreira coinciden con la prédica que lleva adelante EL TELEGRAFO desde hace décadas, en el sentido de que los residentes en los departamentos del norte del río Negro, como así también de otras áreas del territorio nacional más alejadas de Montevideo, son objeto de discriminación en relación con los pobladores capitalinos, área metropolitana y departamentos cercanos, nada menos que en la salud y sobre todo en cuanto a la atención de casos que requieren tecnología y medicina altamente especializada.
Y sobre todo, cuando la lejanía con el centro hospitalario puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para pacientes agudos, en los que el traslado que insume varias horas hace perder minutos valiosos para la recuperación.
Para la región norte del país, la instalación de uno o más IMAE permitiría abatir sustancialmente esa diferencia de varias horas en la atención de enfermedades que necesitan de urgente tratamiento y que en el caso de los habitantes del Interior son vitales en cuanto a la localización geográfica de los centros de atención de los que depende la vida del paciente.
Ciro Ferreira destacó que “por encima de todo se trata, como lo ha dicho el presidente --y como lo pensamos nosotros en el Interior-- que la descentralización se debe dar efectivamente. Y esta es una lucha que vamos a mantener en conjunto. Acá no hay oposición entre Salto y Tacuarembó. Ojalá se de el IMAE en los dos”.
Este ya añejo reclamo ha chocado desde siempre con intereses centralistas y corporativos de Montevideo, donde están instalados los IMAE a los que van a dar tras largos desplazamientos los pacientes del Interior, con el agravante de que se pierden horas en viajes que resultan cruciales para la vida o recuperación del paciente, pero no se trata solo del desplazamiento del paciente, sino también de acompañantes y familiares, que deben pagar de su bolsillo el pasaje de ida y vuelta a Montevideo, así como la estadía y la alimentación.
Este factor es determinante cuando insume varios días o hasta semanas la recuperación, sin olvidar que pueden surgir complicaciones y derivarse al paciente agudo hacia un CTI, a lo que se agregan otros aspectos inherentes a la necesidad de turnos para el cuidado y se afecta a la vez en el aspecto laboral y económico a los involucrados en el entorno familiar.
Ello ilustra en parte el grado de discriminación que se vive en el Interior, ante decisiones que generan infraestructura en Montevideo como si fuera todo el Uruguay. Lamentablemente las administraciones pasan, los ministros de Salud Pública y titulares de ASSE de una misma administración también, y los proyectos como el IMAE no se concretan, más allá del apoyo verbal y las promesas que se suceden sin ser respaldadas por los hechos, aunque alguna vez y cada tanto, se logren conquistas como el resonador magnético en Paysandú, que mucho valoramos, pero a cuenta de una verdadera descentralización y desconcentración.


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