Paysandú, Domingo 09 de Junio de 2013
Locales | 02 Jun Las palabras en la radio
Desde el invierno del año 1997 que realizo labores en la radio. Labores como las de conductor, animador, maestro de ceremonia, periodísticas, locución comercial y está en el debe, la de panelista o invitado en alguna tertulia. Me inicié en Radio Felicidad, AM 1420 en donde aún trabajo, al menos por ahora. Lo de “por ahora”, es porque uno nunca sabe y... la vida, tiene muchas vueltas. Durante todos estos años, que van rumbo a sus dos décadas, he podido apreciar y ver, a veces con dolor emocional, la gran hipocresía que practican algunos comunicadores o periodistas a diario, otras veces, con ganas de gritarle a algunos unas cuatro verdades, en un tono más elevado, pero, como decía el sabio Rey Salomón: “El sabio, refrena su lengua hasta lo último”. Y agrego: “Existen quienes siquiera merecen explicación, porque su insensatez es tan grande, y es de tal magnitud el candado que llevan en la cabeza, que no tendría sentido una explicación”.
Si bien es cierto que la tecnología nos ha invadido, y a muchos hasta los ha superado, considero que la radio continuará siendo, al menos desde mi punto de vista, por unos cuántos años más, “El hombre frente al micrófono, los periódicos, el mate y la luz roja encendida”, el ambiente más deseado y anhelado por quienes sentimos la radio con pasión. Es decir, por más tecnología o globalización que nos rodee, los resultados de una noticia o información en la gente, continuarán teniendo las mismas actitudes humanas. O de sorpresa, o de indignación, eso no se cambia, porque es genético.
Aun así, considero que la guerrilla “del aire” acompasada con expresiones de urbanidad que tienen algunos en sus palabras al boleo, son el gran cáncer en varios medios. No se limitan únicamente a afectar a quienes van dirigidas sus asperezas, sino que también a los que rosean por el camino, en otras palabras, a la audiencia. Pero, es tan grande la ceguera para algunos, que solo ven lo que quieren ver. Hasta con pena lo escribo: “Ciegos guiando a ciegos”.
Un modo de realizarlo es diciendo las cosas oblicuamente, siempre solapados, con el disfraz, camuflados como el tango de Julio Sosa, utilizando expresiones como por ejemplo: “Según se dice”, “Según fuentes”, “Cierta información”, “Según algunos comentarios”, “Ciertos rumores”; nunca diciendo: “El Sr. fulano de tal”, indicando claramente a quiénes va dirigido su mensaje, decir con entereza con quiénes en particular discrepan. Es como... tirar una pedrada y esconder la mano, de cobarde.
Una cosa es cierta en todo esto: el hecho de que ingenuamente crean algunos comunicadores, que la gente es estúpida. Que las personas no analizan nada, que no piensan, que no razonan, y muchos, avanzan en esa línea, porque reiteradas veces, en varias oportunidades y ocasiones, el silencio dice mucho y además, gran parte de la sociedad prefiere o no llamar por teléfono a una radio (porque le reconocen la voz), o no apoyar lo mediocre desde el anonimato. Luego existen lo que insultan, aborrecen y difaman desde el anonimato; a mi juicio, son seres despreciables, pero los hay. También son retrógrados, los periodistas de opinión que discrepan y no comparten, y se autolimitan a no decir con quién en particular coliden en sus apreciaciones. ¿Por qué?, si no hay Ley en el periodismo nacional que prohíba las palabras: “No comparto con el Sr. de tal”... Es una clara muestra del techo que tienen y del que ellos mismos se construyen más bajo cada vez que reaccionan así.
El realizar un cuestionamiento ideológico lo comparto y lo practico, el hacer público un cuestionamiento a una opinión o modo de hacer radio de un colega, sin permitir que el receptor no participe, debería ser penalizado y calificado como “delito” en este país de cuarta categoría. Y gran parte de este problema añejo, es que muchos aún siguen sin saber lo que significa la palabra respeto. La conocen, pero no en esencia, no saben cómo aplicarla en su modo de conducirse, y varias veces manchan la reputación de la gente sin rendir cuentas a nadie, sin disculparse, y sin tener en cuenta que por más que se aclare luego o después, la mancha ya quedó. ¿Les importará?... ¿Tendrán presente las repercusiones de sus dichos?... ¿Harán frente a las consecuencias?... ¿Sabrán cómo se hace?... ¿O han repetido durante décadas el mismo formato?... Creo que deberían reconsiderar mucho su actitud, solicitar ayuda profesional para superar ciertos complejos, y madurar.
Considero seriamente y honradamente el hecho de que cada uno hace lo que está a su alcance. Para comenzar, ¿sabrá la ciudadanía de cuánto son los montos económicos del laudo para los comunicadores mes a mes en este país?... ¿Sabrá la población de las tareas multifacéticas que cada uno debe realizar para “sobrevivir” en el Uruguay del siglo XXI?... Creo que hay varias cosas, tareas, métodos, sacrificios, luchas diarias, y mal llamados “malabares” que brillan por la ausencia de conocimiento, y evidentemente la poca dignidad y reconocimiento proporcionada para los comunicadores del Interior que hay, por parte del Sr. Brenta, (Ministro de Trabajo y Seguridad Social), y el propio Consejo de Salarios. Una verdadera vergüenza nacional.
En estas últimas horas, circulan por los e-mails de miles de periodistas, el nuevo código de Ética profesional, acompasado por la propia APU (Asociación de la Prensa del Uruguay), con el apoyo de Unesco.
Pregunto: ¿y ahora?... ¿Ahora llegan con el código de Ética profesional?... En pleno Silgo XXI, en el año 2013, inician procesos de pirotecnia barata en vez de preocuparse por el ABC de los periodistas. ¡Mejores salarios!, no migajas en el país de la bonanza, según los datos del MEF (Ministerio de Economía y Finanzas) y su jefe el Sr. Lorenzo.
Retomando, también existen los que realizan esta labor tan sublime, pero mal realizada por varios, por simple protagonismo, es decir, por estar en los medios y ser noticia u opinar, pero, esa es tarea de un MEC fuerte que regule y auto regule los contenidos y la calidad de los mismos. Otro gran debe del país de Primera, según el Sr. Contador Astori.
El periodismo de periodistas es barato, bajo, la descalificación del comunicador que piensa distinto, es una herencia jacobina maldita, los dichos oblicuos y torcidos de colega a colega son falta de ética y principios; los sueldos bajos para los comunicadores son consecuencia de un Sindicato débil, centralizado en Montevideo y la poca inteligencia que hay en dicho sindicato por faltas de convocatorias con tiempo para debatir, analizar y crear criterios y lineamientos coherentes, sólidos, razonables y dignos. Es una lástima que sabiendo la complejidad del Idioma Español, una de las lenguas más ricas del mundo, con el aporte de una Real Academia calificada, tengamos mamarrachos al aire de varias radios.
Diciendo a diario disparates, desinformados y desinformando, acusando y descalificando a la gente ejerciendo una postura de Juez o justiciero.
Ensuciando la reputación de varios colegas con familia y peor aún, no permitiendo ni dejando que los agredidos y las víctimas puedan defenderse o debatir a rostro descubierto. Dicho de otro modo, sin ética, sin estética, sin principios, sin pudor. Aquí sí, el Sr. Mujica dijo algo acertado: “La culpa no la tiene el chancho, sino quien le rasca el lomo”. Diego Álvarez Periodista
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