Paysandú, Lunes 10 de Junio de 2013

Una apelación ante el encierro del bloque

Opinion | 04 Jun En las últimas horas, a punto de culminar su gira europea interrumpida en España, el presidente uruguayo José Mujica pidió a este país que tenga un papel decisivo para que las negociaciones entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur fructifiquen y se selle un acuerdo de asociación que incluya el libre comercio.
“Hace diez años que estamos discutiendo un acuerdo del Mercosur” con la Unión Europea, recordó Mujica, y por ello le pidió a España que haga que Europa se acuerde, “porque se están jugando las decisiones que se tomen en estos años, que van a tener repercusiones de carácter histórico”.
Mujica formuló esta petición en una intervención ante los medios en la ciudad de Santiago de Compostela (Galicia), poco después de mantener un breve encuentro con el presidente de esta región del noroeste español, Alberto Núñez Feijóo.
A la vez, el mandatario se refirió a la creciente presencia internacional de la economía de China, “cada vez más presente con su poder de demanda” en Latinoamérica, recordó que actualmente el “primer cliente” de los países que integran el Mercosur es el gigante asiático y auguró que el peso de ese país será mayor el año que viene.
“En este mundo organizado en gigantescas unidades supranacionales, sin entrar a juzgar si será mejor o peor, nosotros necesitamos por una razón de equilibrio, de platillos en la balanza, una relación mucho más firme con Europa”, indicó.
“¡Si nos interesará que España se acuerde de nosotros!, por sí, por su propio beneficio, pero que además influya en Europa, porque necesitamos equilibrio en este mundo”, aseveró Mujica.
Afirmó que por lo tanto “España, consciente o no, en alguna medida actúa como la representación de Iberoamérica” con la UE.
Pero claro, la cosa no es tan simple, porque en una negociación, aún entre bloques, se necesita que los dos estén dispuestos a ceder y hacer concesiones para promover un acuerdo, y del lado del propio Mercosur la cosa no está tan clara.
Debemos tener presente que los avatares de siempre en el Mercosur desde el punto de vista comercial han distorsionado abiertamente la relación ente los integrantes del acuerdo y hasta las naciones asociadas, han dado paso más recientemente a los acuerdos de gobiernos “amigos” por afinidades ideológicas.
Asimismo, el Mercosur y la Unión Europea (UE) decidieron retomar sus negociaciones en procura de alcanzar un acuerdo de asociación política y comercial, apuntando a superar los obstáculos que se generaron en el proceso de negociación interrumpido por ponencias extremistas en ambos bloques que llevaron al fracaso de los intentos que se habían generado, en principio con buenas perspectivas.
El diálogo entre la UE y el Mercosur, que busca crear la mayor área de libre comercio del mundo, se inició en 1999, pero las conversaciones se congelaron en 2004 y recién se retomaron en mayo de 2010, con escasos avances hasta el momento, a fuer de sinceros. Igualmente, más allá de los encuentros entre los negociadores, muchos expertos indican como fecha clave para el futuro de las conversaciones este mes de junio, teniendo en cuenta que los presidentes de los países del Mercosur y la UE se encontrarán en Santiago de Chile, en el marco de la VII Cumbre América Latina-UE.
Aunque los acuerdos que se negocian incluyen un capítulo de diálogo político y otro de cooperación, indudablemente el central es el referido al comercio bilateral entre los bloques, que es un aspecto en el que en su momento se habían centrado fundadas expectativas de países como Uruguay, que tiene mucho para ganar con una apertura significativa de ese mercado, pero cuya postura aperturista ha tropezado con objetivos muy diferentes en el caso de Brasil, el que además de su proyección comercial ha buscado fundamentalmente favorecer su posición como país emergente desde el punto de vista político y económico.
No puede extrañar por lo tanto que la negociación enfrente situaciones conflictivas en materia de comercio de bienes agrícolas, servicios, inversiones, compras gubernamentales, indicaciones geográficas y disciplinas, en tanto Brasil desde el Mercosur ha apuntado sistemáticamente a potenciarse como el mayor proveedor posible de bienes manufacturados, como es el caso de maquinaria e insumos varios, sustituyendo las importaciones extrarregión de los demás socios del Mercosur.
Tenemos así que mientras el Mercosur aspira a ampliar su acceso al proteccionista mercado europeo de productos agrícolas, la UE quiere una mayor apertura para sus manufacturas y mejores condiciones de negocios para sus empresas de servicios con intereses en Sudamérica, lo que no es visto con buenos ojos por Brasil, que además tiene presente su objetivo político de jugar en la cancha grande.
Por su lado el Mercosur reclama además a la UE que acepte un trato especial y diferenciado para sus economías más pequeñas (Paraguay y Uruguay) y reconozca ciertos sectores sensibles del bloque sudamericano. A su vez a finales de febrero la Comisión Europea (CE) denunció el mantenimiento de barreras al comercio en los países del Mercosur, incluidas las políticas proteccionistas y las restricciones al transporte marítimo o a la exportación de materias primas por Brasil y Argentina.
Uruguay sin duda tiene mucho más interés en lograr un acuerdo viable con la Unión Europea que el que puedan tener Argentina y Brasil, los que juegan sus propios partidos y a la vez tienen economías de gran tamaño y problemas internos que los han llevado por la ruta del proteccionismo.
Por lo tanto, será un desafío muy significativo el hacer que los grandes socios del Mercosur se avengan a los términos de un acuerdo que les interesa poco y nada, y mucho nos tememos que seguirán pateando la pelota para adelante, como han hecho hasta ahora, mientras nosotros pugnamos vanamente por zafar del encierro regional que nos condiciona.


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