Paysandú, Lunes 10 de Junio de 2013
Opinion | 07 Jun La escasa dinámica que tiene la economía brasileña, que está cursando un ciclo muy magro de crecimiento, ha puesto en alerta a los industriales de la vecina nación, que desconfían abiertamente de que el Mercosur siquiera pueda ser un atisbo de solución a sus problemas, y tienen las miras puestas en mercados mucho más prometedores.
Es así que los empresarios están reclamando a su gobierno que salga a buscar acuerdos comerciales con grandes regiones y otros países de buenos mercados para evitar el aislamiento.
Los industriales brasileños ya alertaron del impacto en el comercio mundial y en Brasil de la creación de la Alianza del Pacífico en América Latina, a lo que se agrega la inminencia de un acuerdo comercial a ser negociado entre Estados Unidos y Europa.
La Confederación Nacional de la Industria (CNI) dio a conocer un comunicado al respecto, en el que alerta que “Brasil quedará aislado si no busca nuevos acuerdos comerciales”, y subraya que “los socios de Brasil en América Latina, Chile, Colombia, México y Perú, que suman 35 por ciento del Producto Bruto Interno latinoamericano y 3 por ciento del comercio mundial, se unieron recientemente en la Alianza del Pacífico”.
Los empresarios miran con recelo al Mercosur, precisamente, que obliga a sus socios Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y el suspendido Paraguay a negociar en conjunto cualquier acuerdo internacional, y subrayan que “necesitamos librarnos de esa camisa de fuerza, pues no vamos a concluir ningún acuerdo teniendo a la Argentina y Venezuela como socios”, según señaló a O Estado Roberto Gianetti da Fonseca, de la poderosa Federación de la Industria de Sao Paulo.
Esta misma federación resolvió, a principios de este año, reclamar la flexibilización del Mercosur para que los países miembros alcancen los acuerdos comerciales de su interés y a su propia velocidad, principalmente con Europa, como una vía de hacer más fluido el intercambio comercial.
Los planteos del empresariado brasileño en momentos en que su país está dando señales de estancamiento confirman, por si había alguna duda, que el bloque regional no está dando respuestas a sus miembros, y lo que es peor aún, ni siquiera ha funcionado como bloque para negociar con otros bloques o regiones, como ha sido la idea inicial y uno de los sustentos para alentar la formación del acuerdo, precisamente.
Tenemos así que desde hace una década se están desarrollando infructuosas negociaciones con la Unión Europea, pero hay conflictos de intereses que han obstaculizado sistemáticamente el logro de las coincidencias, lo que impide alcanzar avances significativos.
Ocurre que no solo hay intereses encontrados entre bloques, sino también diferencias entre los propios socios del Mercosur, teniendo en cuenta que hay grandes asimetrías en las economías y desde siempre Argentina y Brasil se han cortado solos en las decisiones, planteando a sus socios los hechos consumados para que los suscriban, sin derecho al pataleo.
Ya desde los inicios del Mercosur, por ejemplo, Brasil ha intentado --y lo ha logrado-- que se fijara un elevado Arancel Externo Común para hacer que su industria pudiera colocar con mayor comodidad sus productos y no sufriera la competencia de los similares procedentes de fuera de la región. En el caso de la Argentina, actualmente ha ingresado en un proteccionismo a ultranza porque necesita dólares para poder paliar la falta de crédito internacional por mal pagador, y por lo tanto intenta obtener superávit en su intercambio comercial restringiendo los ingresos de mercaderías, incluyendo a los socios del Mercosur.
A la vez, para la industria brasileña Uruguay y Paraguay ni siquiera llegan a ser nichos de mercado, y en el caso de Venezuela, está ahí sólo porque tiene el petróleo y es incapaz de producir prácticamente nada, lo que la hace una gran compradora de cualquier cosa que produzca el Mercosur. Como contrapartida, goza de una pésima reputación internacional que pesa sobre todo el bloque, lo que sumado a nuestros hermanos argentinos, que han sido capaces de las mayores barbaridades en cuestiones de relaciones económicas internacionales, explica el mal momento del acuerdo regional.
Y si el Mercosur sigue estancado y en retroceso, funcionando como un club de amigos por afinidades ideológicas, no le sirve al Brasil ni a la Argentina, y en Uruguay también de continuo se alzan voces reclamando superar el corsé del acuerdo regional y firmar tratados de libre comercio e integrarse a la Alianza del Pacífico, cuesta poco inferir que el acuerdo regional está cada vez más enfermo, con pronóstico muy poco alentador, y que el desencanto cunde porque no sirve a tirios ni troyanos, ni siquiera a los socios que han hecho y deshecho a voluntad, y es a esta altura mucho más una atadura que el trampolín que se proclamara.
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