Paysandú, Viernes 14 de Junio de 2013
Opinion | 07 Jun El Estado es la organización política y económica de los habitantes de una nación. Desde los orígenes del concepto, el Estado debe velar por los intereses de los ciudadanos que lo conforman, y nuestra Constitución establece varios temas en los cuales el Estado “protector” está presente. La salud, la vivienda, la seguridad y hasta el trabajo deben ser algo que preocupa al Estado.
Hay cosas que están asumidas por el Estado uruguayo desde su primera Carta Magna, otras se han ido agregando y otras han sido definidas por leyes. Sin embargo, el Estado es contradictorio con algunos de los fines impuestos constitucional o legalmente. Uno de los más flagrantes, es el problema del consumo de alcohol. No necesariamente por aceptar y regular su producción y comercialización que está bien y es lógica --recordemos la inoperante “ley seca” en los años 1920 en Estados Unidos-- sino porque el Estado uruguayo además es productor y vendedor de bebidas alcohólicas desde hace décadas.
Un viejo precepto de la publicidad (siempre efectivo) es crear la necesidad de algo para que su venta esté asegurada. Por consiguiente, si el Estado uruguayo es vendedor, debe crear las condiciones para que su producto compita en el mercado y sea “necesario” para que el público lo compre. Eso sucede con los productos de Ancap y su subsidiaria CABA (Compañía Ancap de Bebidas y Alcoholes S.A.). Mientras el gobierno pide que el ciudadano “beba con moderación”, estipula fuertes multas a quienes conducen alcoholizados, restringe la venta de bebidas alcohólicas en la madrugada y hasta prohíbe --y todo eso es muy razonable-- que los menores beban alcohol, por otro lado invita a consumir sus productos para lo cual hace campañas publicitarias que buscan crear la necesidad de consumir esa marca de bebida alcohólica. O invierte dinero en estudiar nuevos tipos de bebidas alcohólicas y después promueve su consumo.
Doce son los diferentes productos en base a alcohol que vende CABA. Son doce publicidades más incitando a los ciudadanos a consumir alcohol, y esa publicidad no se hace en circuitos cerrados que solo adultos pueden ver u oír, son para todos. El mismo Estado que promueve un menor y más responsable consumo de alcohol, es el mismo que promociona sus propios productos y marcas, invitando a los uruguayos a probar alguno de sus tres whiskys (hechos con alcoholes sanduceros, y de ahí la marca de uno), ron, grappa, grappamiel, vodka, gin, fernet, cognac, Espinillar o caña. Son productos buenos, eso no se duda. Pero convengamos que, por lo menos, puede considerarse una política estatal contradictoria.
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