Paysandú, Viernes 14 de Junio de 2013
Deportes | 10 Jun Peñarol alcanzó el pasado martes su título número 38 de la era profesional (contando desde 1932, fecha en que se profesionalizó el fútbol uruguayo). En una temporada en la que tuvo de todo para los carboneros, teniendo como hecho más relevante la vuelta de su capitán Antonio Pacheco, su fractura y su retorno.
Pero no fue un torneo fácil para los aurinegros, ni para el entrenador Jorge Da Silva, a quien algunos dirigentes lo querían despedir días antes del clásico del Torneo Clausura. Ni siquiera le sirvió al “Polilla” el respaldo de haber obtenido el título del Apertura, que había comenzado de manera muy rara debido a que en una tarde que era de festejos porque Peñarol jugaba bien y ganaba, porque era el retorno de Pacheco y había convertido, se tornó en uno de los días más negros debido a la fractura del “Tony” y la victoria de Fénix.
Pero Peñarol, como equipo grande que es, salió adelante y de ahí en más no perdió ni un partido, cosechando 11 victorias y tres empates, con un equipo que prácticamente se recitaba de memoria: Bologna, González, Valdez, Rodríguez, Raguso; Novick, Grossmüller, Estoyanoff, Zambrana, Zalayeta y Olivera.
Esos nombres se repitieron fecha a fecha y lograron la obtención del Apertura, que le daba tranquilidad debido a que ya sabían que tendrían un lugar en la definición del Campeonato Uruguayo.
EL CLAUSURA Y LA LIBERTADORES
Da Silva sabía que con Peñarol tenía que salir a ganar todos los partidos y que el hincha no se conformaba únicamente con haber ganado el primer torneo corto del año, sino que debía mantener el rendimiento, hacer una buena campaña en la Copa Libertadores e intentar ganar el Clausura.
Fue así que llegó el período de pases, y mientras Nacional trajo muchos futbolistas -- muchos de ellos de renombre--, Peñarol contrató lo justo y necesario. El “Polilla” sabía que debía mantener la base del equipo campeón y realizar algunos retoques para poder cerrar una buena temporada.
La Copa Libertadores no fue buena para los aurinegros que habían comenzado con puntaje perfecto pero, luego de una serie de malos resultados producto de bajos rendimientos y que la doble competencia comenzó a pasar factura, no lograron sobrepasar la fase de grupos.
Pero el Clausura estaba ahí y Peñarol la luchó hasta el final. Cuando parecía que los aurinegros se quedaban con todo, llegó la derrota con Racing y con Defensor en el Franzini, que hizo tambalear la estructura que había conformado el entrenador. Muchos pedían la cabeza de Da Silva a falta de una semana para el clásico, pero el respaldo del presidente Juan Pedro Damiani fue fundamental.
Llegó el partido más importante del año, ese que tiene estadísticas aparte y que los dos equipos siempre quieren ganar. El “Polilla” lo ganó de entrada, ya en la conformación del equipo el entrenador mirasol le había sacado ventaja al tradicional adversario. Peñarol consiguió tres puntos de oro con una victoria contundente, que le permitió respirar, tomar oxígeno y encaminarse en la obtención de la tabla anual.
Y los carboneros estuvieron ahí, a tan solo un punto de ganarlo todo, pero Defensor es un equipo fuerte y quería dar batalla. Llegó el día marcado, el de la final, el día en que Peñarol quería que finalice el campeonato.
Los aurinegros fueron más, hicieron valer la obtención de la tabla anual y el equipo que más puntos hizo a lo largo de la temporada se quedó con el título de campeón Uruguayo en una noche mágica de su máximo ídolo, Antonio Pacheco. Una nueva copa está en las vitrinas del Palacio Peñarol, un trofeo merecido porque fue el que más ganó y el que más puntos hizo a lo largo del año.
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