Paysandú, Sábado 15 de Junio de 2013
Opinion | 14 Jun La aldea global, para bien y para mal, más allá que se mantienen las fronteras nacionales y las guerras por territorios y sus recursos, llegó para quedarse. Aun cuando no es comprendida en todos sus alcances, en todo lo que puede ser de beneficioso y en aquello que puede perjudicar.
Seguramente historiadores de siglos por venir señalarán a este período como otra época bisagra en materia cultural, pero uno como nunca antes se vio en la historia humana, en la medida que los cambios no son “importados” de una cultura en particular sino que todo el mundo interactivo, que todas las culturas tienen la posibilidad de incidir y de modificar otras.
Al mismo tiempo el comercio contribuye de manera más que importante en ese intercambio global, llevando productos propios de un lugar (por ejemplo el gingseng, cuya producción óptima se produce casi en el límite entre las dos Coreas) al otro extremo del orbe. Sin dudas que eso se hace desde tiempos pretéritos, no en vano fueron a buscar especias y terminaron descubriendo América. Pero nunca como ahora.
Lo mismo ocurre con la cultura de determinada región o país que lenta pero inexorablemente ha ido influenciando a otras y al mismo tiempo influenciándose de otras.
Con la llegada de Internet, las redes sociales, YouTube y similares, eso se ha potenciado notablemente. El ejemplo de la canción “Gangnam style” del coreano PSY es más que elocuente porque se convirtió en un hit mundial.
Esto abre el camino a los artistas uruguayos en general y sanduceros en particular para considerar el mundo como su probable auditorio. Y aunque esto los convierta en sus propios empresarios, lo que incluye aprender cómo se puede obtener dinero por ejemplo subiendo sus creaciones a YouTube, es un camino que no debe desperdiciarse.
Siempre se afirma, y con razón, que en Uruguay y en tierra heroica, hay muy buenos compositores. Pues todo es cuestión de animarse a más, quizás coordinando esfuerzos entre sí para poder utilizar mejor los recursos online.
Hay muchas formas de teletrabajo pero los músicos ya tienen la suya, su propio arte. No usar las posibilidades que las nuevas tecnologías ofrecen es por un lado dejar de difundir el arte que nos caracteriza y por otro desperdiciar una muy buena posibilidad de fuente de ingresos. En el caso de PSY vendió casi cuatro millones de descargas solo en Estados Unidos. Una cifra y un dinero nada despreciable. El mundo es ancho y también nuestro. Hay que saber utilizarlo como mercado para que --en este caso-- podamos difundir el arte musical (y no exclusivamente) sanducero y los artistas obtener réditos económicos.
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