Opinion | 16 Jun En medio de la fuerte presión de los sindicatos de la enseñanza, entre otros gremios estatales que apuntan a “sensibilizar” al Poder Ejecutivo para que apruebe aumentos salariales en la próxima Rendición de Cuentas --la última en que es posible hacerlo, por cuanto ello no corre en año electoral-- el Ministerio de Economía y Finanzas parece dispuesto a dar la batalla y no incrementar el gasto, atento a la situación fiscal del país.
Claro, una cosa es decirlo y otra distinta llevarlo a la práctica, porque esta ha sido la constante en una fuerza de gobierno donde hay claramente dos visIones ideológicas encontradas, y mientras por un lado los grupos de la izquierda radical promueven la lucha de clases y el enfrentamiento ideológico con quienes piensan distinto, los sectores moderados apuntan a un pragmatismo que pretende modernizar la visión y dejar atrás los viejos eslóganes tan populares en la década de 1960 y que eran gancho electoral cuando se estaba en la oposición.
Pero en el gobierno la cosa es distinta, y no es de extrañar que los grupos más radicales se solidaricen con una enseñanza en pie de guerra, con núcleos duros dentro de la dirigencia gremial que pretenden obtener lo que reclaman a como dé lugar, y que para ello no vacilan en insultar y ridiculizar al ministro de Economía y Finanzas, como ha ocurrido en las últimas horas.
El escenario fiscal que presentó el ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, al Consejo de Ministros, no es favorable para lo que calificó como “una situación de apertura del gasto”, según advirtió el jerarca, quien fue respaldado por el presidente José Mujica al sostener que “hay que tener cautela”. Pero con su “como te digo una cosa te digo la otra” --y termina haciendo lo que se le antoja--, el mandatario ha demostrado muchas veces que puede cambiar de opinión de un momento a otro, y llegado el caso recomendar que se busque la forma de la reivindicación sindical sea satisfecha a cualquier costo.
Sin embargo como el dinero es como la sábana corta, que no da para tapar al mismo tiempo la cabeza y los pies, si efectivamente aparece esta decisión de último momento, y no se está decidido a aumentar el gasto, lo que el ministro tiene como opción es dar dinero que se ha previsto para otros destinos, y de esta forma satisfacer el reclamo. Ante sus colegas de gabinete, Lorenzo dijo en la última reunión de Consejo de Ministros que “no hay razones para que la programación de la política fiscal sufra cambios significativos”, y consideró ante el gabinete que si bien el escenario en términos generales es bueno y que Uruguay va a crecer casi al 4 por ciento anual, hay ciertos riesgos en el escenario internacional a raíz de la situación global, lo que por supuesto no es ninguna novedad.
En cuanto al destino de los fondos, expuso Lorenzo que solo habrá recursos para el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (Sirpa), que los necesita ante la nueva ley que se aprobó, pero a la vez si bien la Rendición de Cuentas no será de gasto cero, su característica es que será “muy modesta”.
Por lo tanto, cuando se llegue a la hora de la verdad y ante los tironeos de grupos de presión que pretenden lograr más recursos, será inevitable una disputa por la trasposición de fondos. Y las presiones más fuertes están centradas en los sindicatos de la enseñanza, que arremetieron con todo contra el secretario de Estado y lo destrataron e insultaron, aspecto este que no fue del agrado de Mujica, quien sacó a relucir el tema en el Consejo de Ministros y sostuvo que el gobierno no cederá “a ningún tipo de presión”.
Sin embargo, como es su característica, públicamente cambió el tono y justificó que quienes trabajan reclamen mejorar sus ingresos, lo que indica que la carpeta no está cerrada y que quienes presionan públicamente y a través de sus legisladores y dirigentes dentro de la coalición, podrían llevarse más recursos de algún lado.
Y este es precisamente el punto, porque se sigue dando el mensaje de que quien más reclama –y extorsiona al gobierno-- se lleva al final la mejor parte, alimentando de esta forma prácticas que se condenan públicamente, pero que al final son contempladas mientras se posterga a quienes pretenden hacer mejor letra sin llegar a estos extremos. Al fin de cuentas, se les restriega en la cara que lo que hay que hacer es patear los tarros, porque si no, siempre habrá quien a los gritos se llevará a prepo lo que es de otros.