Rurales | 16 Jun El establecimiento “Santa María de la Buena Unión” de la empresa Yamayo, en el departamento de Rivera, exhibió durante la gira internacional de Braford la producción de esta raza sintética bajo un escenario típico para gran parte de la ganadería de la región Norte del país, como es bajo los montes forestales.
Más de un centenar de productores de distintas zonas del país, a los que se sumaron numerosos criadores del vecino municipio brasileño de Livramento, participaron de la actividad y observaron la producción de este establecimiento, donde se desarrolla cría, recría de hembras y producción de toros.
Quedó claro que la pecuaria es un rubro secundario para la compañía, cuyo objetivo principal es producir madera de calidad. El rodeo se pastorea en campos 100% forestados, sobre las áreas que allí se denominan “desperdicios”, porque son las superficies donde no se pueden plantar árboles.
En esas superficies residuales de suelos arenosos típicos de la zona, ácidos y con muy bajo contenido de fósforo, con índice Coneat que oscila entre 16 y 73 --con promedio de 60--, se cría el Braford con una carga de 0,3-04 UG/ha de unidad no forestada. En verano el manejo no es complejo pero en invierno requiere de inteligencia para desarrollar sistemas productivos que conduzcan a una ganadería eficiente.
Esas limitantes condujeron a la elección del Braford, explicó el principal de la empresa, Diego Otegui. La producción ganadera se inició en “Santa María de la Buena Unión” en 1993, con rodeos Hereford, hecho natural tratándose de la empresa que tiene el mayor registro de la raza británica del país, sostiene el informe de Negocios Ganaderos. Pero las condiciones de crianza bajo los montes fue revelando los problemas de este nuevo escenario de la ganadería de la región: dificultades de arreo, problemas podales, mayor presencia de queratoconjuntivitis por contacto con las ramas de los árboles y más poblaciones de garrapatas de las ya conocidas en la zona. La base del buen Hereford allanó el camino para lograr un buen Braford.
Con ajustes de la carga previo al comienzo del invierno, sacándose los terneros para recría y terminación a campos de Salto y venta de las vacas falladas con un peso medio de 470 kilos --las que no alcanzan ese peso tienen el mismo destino de los terneros--, se logran las condiciones para superar el período crítico.
Las vaquilloncitas al año y medio pesan en promedio 260 kilos y dan la impresión que no alcanzarán la preparación para comenzar su ciclo reproductivo. Pero en definitiva, un 80% alcanza a los dos años los 300 kilos y están prontas para el entore. El porcentaje de preñez de la categoría en los últimos tres años fue de 78%. Las que no lograron las condiciones adecuadas, se entoran a los tres años.
El porcentaje general de preñez de todo el rodeo es de 70%, aunque este año --como ocurrió en la gran mayoría de los ganados de cría-- ascendió a 74%. Del total preñado, se desteta 92%, con terneros con peso mínimo de 170 kilos. A las vaquillonas de segundo entore se realiza destete precoz para lograr preñarlas nuevamente y el resto del rodeo de cría se maneja con destete temporario.
La producción de terneros y recría de las terneras se hace en pastoreo sobre el campo natural forestado (hay 0% de área mejorada) con suplementación invernal a todas las categorías. A las vacas de cría se les suministra sal proteinada y bloque multinutricional; a las vaquillonas afrechillo de arroz y núcleo proteico; y a las terneras también núcleo proteico, durante el período crítico de 90/100 días. En el último ejercicio el consumo fue de 2,2 kilo por animal de suplementación general.
Un hecho que merece especial atención en este establecimiento es que con la suplementación invernal hay animales que comen la corteza de los árboles, lo que puede implicar la pérdida de calidad de la madera o aún la muerte de un eucalipto y éstos tienen prioridad en “Santa María de la Buena Unión”.